1.
Un caracter compuesto supone la simultaneidad de dos caracteres, que expresamos dictando, por ejemplo, “a con diéresis”. Supongamos que en el deletreo de una palabra tenemos vedado ese “con” o cualquier otro recurso lingüístico análogo; supongamos que estamos limitados a una mera yuxtaposición. Se trata de ver cómo se puede representar esa simultaneidad (o co-habitación) en un espacio unidimensional, en la simplicidad de una sucesión de signos atómicos.
El deletreo “hache, diéresis, a, ene, de, ele” no me da la cadena händel (que podría haber sido gödel), sino la cadena h¨andel. Además del expediente de poner primero, a la izquierda, el signo superior del caracter compuesto, deberíamos encontrar un expediente para indicar que esa relación de simultaneidad se da entre esos signos en particular; de otro modo, bien podría interpretarse que se trata de poner la hache arriba de la diéresis, o la a arriba de la ene, para citar sólo los casos que involucran los dos signos que nos interesan.
Un expediente posible se facilitaría si en nuestro repertorio de signos hubiera algunos que no pudiesen ocurrir solos, fuera de caracteres compuestos (como es el caso de la diéresis y la tilde en español), y si, a la vez, no hubiera ningún signo que pudiera ocurrir tanto solo como integrado (como sería el caso –imaginemos– de que la e pudiera también integrar el signo compuesto ee o de que la diéresis sola tuviera un valor y la diéresis arriba de una vocal, otro). En esas condiciones, podría acordarse que determinados signos (la diéresis y la tilde, entre ellos) deben colocarse arriba (y no a la izquierda) de aquellos que les siguen en el deletreo.
Aun dividiendo nuestro repertorio en signos de obligatoria simultaneidad y signos cuya rigurosa linealidad sólo puede verse alterada por aquéllos, el expediente para decidir si uno cualquiera es sucesivo o simultáneo respecto del que le sigue en el deletreo no es sintáctico, sino semántico. Para decirlo de otro modo: no es posicional, no es estructural; se basa en nuestro conocimiento de aquella clasificación de los signos y en nuestro reconocimiento de los miembros de la clase de signos de obligada simultaneidad.
Y si no tuviéramos la facilidad de contar con esta clase, ese expediente, ahora inválido, podría ser reemplazado por otro; pero este otro expediente tampoco podría ser sintáctico, posicional. (Imaginemos uno cromático: todos los signos de la sucesión son de color negro, excepto aquellos que deban ir no a la izquierda de su sucesor, sino arriba de él, los que lucirán rojos.)
Una identificación posicional de una relación de simultaneidad entre dos signos de la cadena debe suponer que sus términos, siendo discretos, son uniformes (presentan todos la misma forma, tamaño, color, etc.) y que ningún grupo de ellos se define por estar obligados a la simultaneidad que se pretende inferir.
2.
Bajo tales restricciones definitorias del procedimiento requerido, una identificación posicional de lo simultáneo en un espacio lineal es imposible. Podemos entonces tomar esta imposibilidad como rasgo necesario de una sucesión, y definir:
sucesión es aquel espacio sintagmático (o conjunto de términos ordenados) en el que la simultaneidad no tiene representación sintáctica (o posicional) posible.
En relaciones sintagmáticas (o de co-presencia), dos términos o son sucesivos o son simultáneos (un caracter o es simple o es compuesto; cada lugar de la cadena está ocupado o por un caracter simple o por un caracter compuesto). Luego, hablar de simultaneidad es lo mismo que hablar de no-linealidad, no-sucesión. Si procedemos a la sustitución habilitada por la equivalencia, la definición nos queda así:
sucesión es aquel espacio sintagmático (o conjunto de términos ordenados) en el que la no-sucesión no tiene representación sintáctica (o posicional) posible.
En definitiva, se está diciendo que en una sucesión todas las posiciones son sucesivas y no pueden ser no sucesivas. En esta tautología, utilizo en la definición el concepto mismo a definir (o algo que lo presupone, como es su negación). Lo mismo ocurriría si en vez de hablar de simultaneidad o no-sucesión habláramos de diferencia entre lo simultáneo y lo sucesivo:
sucesión es aquel espacio sintagmático (o conjunto de términos ordenados) en el que la diferencia entre lo simultáneo y lo sucesivo no tiene representación sintáctica (o posicional) posible.
Desplegada, la circularidad de esta definición adopta la forma de una proyección lineal infinita:
sucesión es aquel espacio sintagmático (o conjunto de términos ordenados) en el que no tiene representación sintáctica (o posicional) posible la diferencia entre lo simultáneo y lo sucesivo, que es la calidad de pertenecer a una sucesión, que es aquel espacio sintagmático (o conjunto de términos ordenados) en el que no tiene representación sintáctica (o posicional) posible la diferencia entre lo simultáneo y lo sucesivo, que es la calidad de pertenecer a...
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