1. Domingo 19.5.19
Hoy me vuelven estos versos que escribí a los 20 en el Huechulafquen:
— el Zambullista (@Zambullista) 20 de mayo de 2019
El tiempo es un abuelo que nunca ha sido padre.
Memoria en la roca es el futuro de cada acto,
y hay un recuerdo intacto de todo cuanto quiso ser en vano.
A veces las palabras que te expresan vienen de lejos.
Post scriptum
— el Zambullista (@Zambullista) 8 de junio de 2019
Veinte días después
Si necesitás mostrar una emoción, en vez de (o más que) comunicar una idea, las palabras te expresan por el tono, no por el sentido. Podés llegar a decir treinta y dos palabras para decir una, pero con el tono que tiene sonando con ellas.
Necesitás vestir de luto, no desnudar una verdad. El tono viste; el sentido desnuda (o eso pretende). Por eso no importa mucho qué dicen las palabras que te expresan. Mientras te vistan con el tono adecuado, que hablen de lo que quieran. Necesitás hacer un duelo, no una tesis.
— el Zambullista (@Zambullista) 8 de junio de 2019
2. Siete días después
(Continuación de un diálogo)
~Si una pérdida no es irreversible, no es pérdida. Las de salud o plata, por caso, no se viven como pérdidas; en su horizonte hay una recuperación, no un vacío. Pero las pérdidas de la juventud (vejez), del yo (deterioro cognitivo severo) y de la vida (muerte) son irreversibles.
— el Zambullista (@Zambullista) 26 de mayo de 2019
—La muerte no tiene edad, como la vejez y el deterioro cognitivo severo que a veces la acompaña. Su orden en la lista es libre.
— el Zambullista (@Zambullista) 26 de mayo de 2019
~Su presencia en cualquier lista final de pérdidas es inevitable.
—A veces es la única, la muy prematura.
~Las ordené según las está cursando mi madre.
—😔
— el Zambullista (@Zambullista) 26 de mayo de 2019
~La muerte puede ser propia (no sufriré su irreversibilidad) o de un ser querido (sí la sufriré). Un ser querido puede ser un bajo, como el que perdió Charly, o un padre, como el que perdí hace 7 días.
—Mi pésame.
~Gracias.
—La muerte es una ausencia irreversible.
~La única. pic.twitter.com/viLHP5j7Xl
—Las otras son reversibles, cierto.
— el Zambullista (@Zambullista) 26 de mayo de 2019
~Al año ya estamos jugando a las ausencias reversibles:
—“¿Dónde está el nene? ¡Áca taa!”.
~En nuestro primer juego ya estamos conjurando el final de juego. Para vivir nos entrenamos viendo volver lo que se fue, algo que con lo muerto no pasa. pic.twitter.com/VDyOfuOZBV
Post data
— el Zambullista (@Zambullista) 29 de mayo de 2019
3. Diez días después
~Cuanto más tarda en volver, más se acerca a lo muerto. Al 8º día mamá, que aún no sabe, se despertó llorando. Decía que sus padres acababan de morir (murieron hace mucho, en años diferentes). Eso mide (pesa) el dolor por la pérdida de su marido.
Post data II
— el Zambullista (@Zambullista) 2 de junio de 2019
4. Catorce días después
—Alta sustitución.
~Sí y no, creo. Sustitución cabal sería si tuviera la noticia de la muerte reciente de su marido y la reemplazara por la de las muertes remotas y separadas de sus padres, convertidas en recientes y simultáneas.
—¿Entonces?
~La ausencia tenaz de su esposo y la intuición de su causa le produjeron un pesar que, a falta de la noticia real, su cerebro asoció a la noticia de la muerte de sus padres, que también era real pero necesitó ser editada. No cuadraba que una orfandad tan antigua pesara tanto.
— el Zambullista (@Zambullista) 2 de junio de 2019
—😔
Post data III
— el Zambullista (@Zambullista) 9 de junio de 2019
5. Veintiún días después
~El martes se lo dije.
—😮¿Cómo reaccionó?
~Primero entendió quién había muerto; no lloró, pero sus ojos se humedecieron. Luego, pasaba de reconocerlo a desplazarlo con SU padre, que “ahora murió del todo”.
—Duele menos así, diría Freud.
Post data IV
— el Zambullista (@Zambullista) 11 de junio de 2019
6. Veintitrés días después
~Para sufrir menos, estrenó su viudez canjeándola por una brusca orfandad total. Y aun así, amaneció dos días seguidos llorando desconsolada, aunque de sus padres nunca hable con afecto.
—¡Uh, lo que habría sufrido sin ese desplazamiento!
Post data V
— el Zambullista (@Zambullista) 25 de junio de 2019
7. Treinta y siete días después.
~Tal vez no habría sido mucho más, sabiendo que fue tanto. Que nunca recuerde con afecto a sus padres me hace sospechar que no reemplazó con el dolor de sus pérdidas el dolor de la pérdida de su marido.
—¿Decís que no hubo reemplazo?
~Sí, pero no de un dolor por otro.
— el Zambullista (@Zambullista) 25 de junio de 2019
—La gracia de ese Plan Canje es que dejes un trauma mayor y te lleves uno menor.
~Eso pasa, pero no habiendo cambiado un paquete deudo-dolor por otro, sino habiendo mezclado.
—En el desplazamiento también hubo condensación, creo que diría Freud.
~No sé si será lo mismo, pero lo que digo es que la figura llorada por ella tenía lo muerto de sus padres y lo reciente y lo doloroso de su marido. No era él pero era su duelo.
— el Zambullista (@Zambullista) 25 de junio de 2019
—Pero porque aún ella no tenía la noticia.
~Desde que la tiene es igual, pero porque la niega/olvida.
—¡Tito is not dead! ✌️✊
— el Zambullista (@Zambullista) 25 de junio de 2019
~Como sea, no la retiene. Ahora a su marido o lo da por vivo o duda y me pregunta. Aprendí a asegurarme de que esté preguntando por él, y no por su papá, antes de volver a darle la noticia.
—Que volverá a extraviar en defensa propia.
~Y a volver a buscar.
—Es como si fuera pasándose de una mano a otra una papa caliente.
— el Zambullista (@Zambullista) 25 de junio de 2019
~¿Diría Freud?
—Animaría Disney.
~Quizás las papas quemen menos ahora.
—¿Volvió a necesitar amarrar en alguien una sensación angustiante de catástrofe reciente que no podía entender o aceptar?
~No.
—Queman menos.
~Hay datos que no se le graban porque son de muy baja intensidad (“¿Qué almorzaste?”, preguntaba papá; “No recuerdo”). Y hay al menos uno que no se le graba porque es de insoportablemente alta intensidad.
— el Zambullista (@Zambullista) 25 de junio de 2019
—¡Qué amplitud térmica la de su olvido!
~Sí, los extremos le sientan bien.
Post data VI
— el Zambullista (@Zambullista) 30 de junio de 2019
8. Cuarenta y dos días después
—¿Y se tocan?
~Iguales no son. En la intensidad insuficiente, el dato no se le graba porque debe ahorrar recursos, que menguaron. En la intensidad excesiva de su indeseable viudez, el dato no se le graba para protegerla de tanta pena.
—A ver si entendí. Hay dos recuerdos que no se llegan a formar: uno por prescindible y el otro por traumatizante.
— el Zambullista (@Zambullista) 30 de junio de 2019
~Sí. Y en el segundo caso, a la protección dada por una memoria selectiva ─resbalosa o agujereada─ se suma la protección que da la locura.
—¿Seguro?
~Está cantado.
—¿Dónde?
— el Zambullista (@Zambullista) 30 de junio de 2019
~"Maldición (Cap. 10: Cordura)", Rosalía (@rosaliavt):
«¡Ay, el querer!
Que en un momento quisiera
estar loca y no querer
porque el querer causa pena,
pena que no tiene fin.
Si el loco vive sin ella.»
—La locura le pone fin a la pena matando el querer. Muerto el perro… pic.twitter.com/GazDNkpGXX
~Mata el querer perdiendo la identidad que puede ejercerlo, alienándola.
— el Zambullista (@Zambullista) 30 de junio de 2019
—Fue sin querer queriendo.
~Rosalía canta una pena de lo que quiso ser y no fue (o no fue como quiso ser). Estar loca y no querer le tapa a mamá la pena de lo que fue por mucho tiempo y recién dejó de ser.
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