Supongamos que sea normal que por fecha haya unos once lesionados en el fútbol argentino. Realicemos entonces que el 23 de mayo, en la octava fecha del campeonato, se lesionaron los once jugadores que integran el equipo titular de la Selección Nacional (demos por hecha la coincidencia, no menos extraordinaria, de que ninguno de los once juegue en el extranjero). Todos se sorprendieron mucho en ese momento, excepto X.
Cada tanto, X recibe noticias del futuro en reversa, de las más alejadas a las más próximas. Pero no se trata de que X se haya adelantado al resto en la sorpresa, si bien él ya conocía el dato. Sucede que X había sido sorprendido tiempo atrás por otra coincidencia (¿o por la misma coincidencia vista desde otro ángulo?). El 12 de febrero a X lo asombró la casualidad de que el 26 de marzo el DT de la Selección Nacional designara justo a los once jugadores titulares que el 23 de mayo se iban a lesionar.
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