La copia original



      El 7/10/97, en “Perdona Nuestros Pecados”, Mariana Fabbiani imita las gesticulaciones que hace Raúl Portal mientras habla.
      R. P. –¿Por qué hacés todo lo que yo hago?
      M. F. –Vos hacés todo lo que hago yo. Lo que pasa es que vos lo hacés antes; esa es tu ventaja.

1.

Para Borges, la novela The sense of the past, de Henry James, es una variación o elaboración de The time machine, de Wells. Por mi parte, me propongo ensayar algunas variaciones menores de la paradoja temporal de James. Borges la cuenta así (la cita es del ensayo “La flor de Coleridge”, del libro Otras inquisiciones):
«En The sense of the past, el nexo entre lo real y lo imaginativo (entre la actualidad y el pasado) (...) es un retrato que data del siglo XVIII y que misteriosamente representa al protagonista. Éste, fascinado por esa tela, consigue trasladarse a la fecha en que la ejecutaron. Entre las personas que encuentra, figura, necesariamente, el pintor; éste lo pinta con temor y con aversión, pues intuye algo desacostumbrado y anómalo en esas facciones futuras... James crea, así, un incomparable regressus in infinitum, ya que su héroe, Ralph Pendrel, se traslada al siglo XVIII porque lo fascina un viejo retrato, pero ese retrato requiere, para existir, que Pendrel se haya trasladado al siglo XVIII. La causa es posterior al efecto, el motivo del viaje es una de las consecuencias del viaje.»

2.

Viajo a un futuro cercano. Regreso y copio un cuadro que vi allá. Mi copia alcanza el éxito y la fama que en el futuro visitado tenía el original. El pintor al que he plagiado conoce un día mi cuadro, lo admira y se lamenta de no haberlo pintado él. Una obsesiva envidia abre tres caminos en el argumento.
El primero: frustrado, el hombre abandona la pintura para siempre (¿qué cuadro copié yo, entonces?). El segundo: el hombre pinta el cuadro que yo vi en mi viaje y que copié al regresar; pero ahora el plagiador es él (su cuadro es entonces una copia del mío, que es –¿o fue?– una copia del suyo, que es una copia del mío, etc.). El tercero: el cuadro que hice no alcanza la notoriedad, y tampoco mi nombre; el pintor robado me roba el cuadro (ya ni siquiera se molesta en copiarlo) y su autoría. A los pocos días, veo la obra expuesta en la galería donde la conocí durante mi viaje en el tiempo. En un futuro (aquel al que fui y volví de un salto), el hombre es el autor genuino del cuadro; en el otro futuro (aquel al que llegué naturalmente, llevado por la corriente regular del tiempo), el hombre es un usurpador, un ladrón.
Continuemos un poco este tercer camino. En principio, la diferencia entre los dos futuros es un secreto sólo conocido por mí. Pero supongamos que, en medio del juicio por la autoría del cuadro, el pintor se entera de todo el asunto (porque lee esto, por ejemplo). Escuchemos su alegato ante el jurado: “Yo no hice el cuadro pero me pertenece; soy su autor original. El que lo hizo me robó la originalidad de la obra; una vez que me copió antes de que yo creara el cuadro, hizo imposible mi originalidad.”

3.

Estas variaciones pudieron tener efectos paradójicos, pero no son paradojas en sí, no están hechas sobre algún diseño paradojal, como ocurre con la historia de Pendrel. Son alteraciones problemáticas, en el peor de los casos, pero no continuidades cerradas donde lo que debería ser sucesivo e irreversible se hace simultáneo y recíproco.
La copia del cuadro se vuelve anterior al original, porque se ha alterado la historia al regreso del viaje. El retrato de Pendrel es anterior a Pendrel: su viaje al pasado no altera la historia, por el contrario: la realiza, la hace posible.

La secuencia en que suceden dos acontecimientos independientes (si tal cosa existe) es contingente: si hubieran sucedido en el orden inverso, ningún escándalo lógico nos conmovería. Pero si un hecho depende de otro u otros, no podremos invertir su cronología sin irritar nuestra razón. De ahí las perplejidades que provoca una copia anterior a su modelo: una réplica anterior al cuadro original o un retrato anterior a la persona retratada, por ejemplo.

Hay 4 comentarios:

Ald*
21 de noviembre de 2008, 23:16

Ah, ¡miéeercoles!
Que tengo para leer aquí.
Bien, un día de estos me paso a escrudiñar el material.

VERIFICACIÓN DE LA PALABRA DEL DÍA:
"undessen"


siempre me pregunto si son mensajes subliminales estos...


el Zambullista
23 de noviembre de 2008, 21:01

O palabras pegadas desprendidas del final feliz de alguna receta alemana (perdón; es que acabo de enterarme que en alemán "und" es "y" y "essen" puede ser "comer", "comida" o "alimento").


chicoverde
23 de noviembre de 2008, 23:20

Rompo mi silenciosa protesta por esas respuestas prometidas y nunca cumplidas dado que el tema toca mis problemas preferidos.

Primero, aprecio la sagaz ironía que me dirijís en el apartado 2. En un clarisimo ejemplo de la vida imitando al arte (que imita a la vida (que imita al arte)) vos te adelantas al cuento que voy a escribir dentro de unos meses, cambiando apenas algunos detalles para disfrazar tu plagio. No contento con eso, y como buen artista del hurto, dejas tu Z de zambullista chicaneandome con esos tres únicos futuros de desgracia.

Al final, encima, me refregas que ese cuento renacentista que lei en m&s #2 sobre la "copia anterior a su modelo" es un plagio a H. James.

Comienzo a sospechar si no iba a escribir yo también este ensayo.


el Zambullista
1 de octubre de 2014, 3:48

Respuesta a chicoverde (escrita el 24-06-2011):


Lástima. Si lo hubieras hecho, me habrías ahorrado el trabajo de escribirlo (no el de copiarlo, pero es menor).

Cada vez que releo tu “cuento renacentista” me gusta más (al menos en mi caso, el gusto se mide en relecturas, en la necesidad de volver). Por mi estado en aquella noche del 17 de noviembre de 2007, no pude retener mucho cuando lo leíste en el M&S #2 (acabo de salvar ese olvido con las fotos y la grabación que hice ese día). Para peor, tampoco recordaba la referencia cuando la hiciste en el comentario anterior, que ni siquiera tenía presente (¿qué son dos años y medio?). Por suerte, volviste a leer el cuento en el M&S #6, una noche que estuve más lúcido. Fue raro, porque en ese momento recordé haberlo leído o escuchado, pero no dónde o cuándo. En fin, como el cuento volvió a mí yo estuve volviendo al cuento desde entonces y todavía.

PD de hoy 1-10-2014:
La primera vuelta la hice por esos días, junio del 2011, en el M&S #7, con el ensayo que terminó llamándose “Azar y sentido (Collage II)”. La última vuelta la anduve haciendo en la parte 4.2 de “Dramaturgia aleatoria”, a un mes de subido el ensayo.