1. Perseguir o huir, esa es la cuestión: los roles de una persecución
Memento (Christopher Nolan, 2000)
Memento (Christopher Nolan, 2000)
Imagino que una de las situaciones más desventajosas de padecer una memoria efímera debe ser despertarse corriendo en medio de una persecución sin saber si uno es el perseguidor o el perseguido. Si el reconectado acierta su rol, todo sigue como antes, con cada uno en lo suyo; si no, puede terminar facilitándole las cosas al otro (o porque pasa a huir del que huye de él o porque pasa a perseguir al que lo persigue, como hace Leonard, que se salva por la mala puntería de Dodd). Como en todo Memento, Leonard sabe quién es (“Soy Leonard Shelby, de San Francisco...”), pero no sabe qué es (en esta escena, el perseguido; en la historia que integra esta escena, un vengador ya vengado). Su “condición” le permite retener el rótulo que lo identifica y le hace perder el rol que lo define.
La pérdida súbita de la identidad de perseguidor o perseguido, esa repentina evanescencia de un estado de conciencia, es una gran desventaja en una persecución, pero es una entre otras. Otra puede ser la de perseguir o huir para atrás, si nada lo amerita. La distribución de esta desventaja entre uno y otro rol arma una secuencia de persecuciones.
2. El gran pez y un ave: una secuencia de persecuciones
Perseguidores y perseguidos tienen una vanguardia y una retaguardia. Los roles y las orientaciones de persecución son intercambiables. Combinando estas variables, las persecuciones posibles son estas:
1) El perseguidor persigue yendo hacia adelante y el perseguido huye yendo hacia adelante.
2) El perseguidor persigue yendo hacia adelante y el perseguido huye yendo hacia atrás.
3) El perseguidor persigue yendo hacia atrás y el perseguido huye yendo hacia adelante.
4) El perseguidor persigue yendo hacia atrás y el perseguido huye yendo hacia atrás.
En la relación 1 los dos tienen la misma ventaja, en la 2 la tiene el perseguidor, en la 3 el perseguido y en la 4 ninguno. Imaginemos conectar estas cuatro posibilidades en los dos pares sucesivamente más externos, o sea, yendo de afuera hacia adentro. Los extremos sucesivos de la secuencia (1 y 4, 2 y 3) están en relación de inversión: perseguidor y perseguido invierten sus direcciones, con lo que el rol de cada uno es el reverso del rol del otro. El video revertido del epígrafe finge ser un caso 4. Para favorecer la ilusión o la ambigüedad, el audio está al derecho.
Si en vez de un carpincho y un pájaro en una zona abierta viéramos que en una calle estrecha un auto persigue en marcha atrás a otro, no nos extrañaría tanto que el perseguido también condujese en marcha atrás para huir; sería verosímil que no hubiera tenido tiempo o espacio para darse vuelta, y recuerdo haber visto esa escena en más de una película de acción. Pero que un carpincho persiga retrocediendo a un pájaro que también huye retrocediendo (teniendo tiempo y espacio para darse vuelta y huir de frente) es raro. En todo caso, la duración sostenida lo hace raro: un salto de captura o asalto y otro de esquive y fuga, ambos para atrás, se ha visto; toda una carrera así ya es más insólito (posible, pero improbable: es la forma menos cómoda y eficaz de perseguir y de huir, la menos elegible en ambos roles, la antípoda estratégica y la inversa estructural de la más elegible –la que ambos eligen en 1).
A aquellos que vieron el video del epígrafe y no advirtieron el artificio de la reversión, lo que vieron no les defraudó la expectativa que tenían de una persecución normal. La ilusión los ganó y la reversión logró pasar desapercibida.*
3. La rayuela de la tilde y el e-mail: afinidad entre secuencias
El Foxmail 4.2 es un programa chino de correo electrónico cuya interfaz traduje del inglés. Tiene un Administrador remoto de mensajes para decidir qué hacer con los mails que están en nuestro servidor. En el menú contextual de un mensaje, como el de la captura que hace de epígrafe, se listan las cuatro posibilidades. De cada una de ellas resulta una distribución diferente del mensaje entre el servidor (allá) y la PC (acá) desde donde se lo accede. Si lo copio (acá) y no lo borro (allá) –acción A y omisión B–, quedará en ambos lados (Copiar). Si no lo copio (acá) y lo borro (allá) –omisión A y acción B–, no quedará ni en la PC ni en el servidor (Borrar). Si lo copio (acá) y lo borro (allá) –acción A y acción B–, quedará sólo en la PC (Bajar). Si ni lo copio ni lo borro –omisión A y omisión B–, quedará sólo en el servidor (Dejar). En ambos sitios, en ninguno, en uno o en el otro, como entre perseguidor y perseguido la ventaja de ir hacia adelante (o su inversa, la desventaja de ir hacia atrás). Las secuencias de un caso y de otro pueden diferir, pero la matriz de posibilidades es la misma; si se da con el criterio adecuado, en alguna secuencia van a coincidir.
La distribución del acento ortográfico (o tilde) en español puede presentarse fácilmente en la misma secuencia que la de las persecuciones. Identificamos la posición de la sílaba tónica (tildamos su vocal) según cuatro situaciones: siempre, es decir, tanto si la palabra termina en n, s o vocal como si no termina en n, s o vocal (palabras esdrújulas y sobresdrújulas, con el número mínimo más alto de sílabas); sólo si la palabra termina en n, s o vocal (las agudas); sólo si no termina en n, s o vocal (las graves; estas dos, con el número mínimo más bajo de sílabas de un plurisílabo); nunca, es decir, termine en n, s o vocal o no (los monosílabos, que desconocen la diferencia entre sílaba tónica y sílaba átona).
Primero, ordenamos el universo de las palabras según las ocho categorías (casilleros con dos estados posibles: palabra tildada, palabra no tildada) que resultan de la intersección entre, por un lado, dos condiciones (en columnas: si una palabra termina en n, s o vocal o no) y, por otro lado, cuatro condiciones (en filas: si la sílaba tónica de una palabra es la antepenúltima o la anterior, si es la penúltima, si es la última o si hay una única sílaba, ni tónica ni átona). De abajo hacia arriba, la tilde seguirá la rayuela de saltar la primera fila de casilleros para caer en uno de la segunda con el pie izquierdo, luego saltar al otro de la tercera con el derecho, y finalmente aterrizar con los dos pies en la cuarta. En la dirección inversa, tenemos otra vez el esquema “ambos, uno, el otro, ninguno” que teníamos en la secuencia adoptada de las cuatro persecuciones.
4. El hipérbaton espiralado: afinidad entre diseños de secuencia
La última analogía estructural no se referirá al orden de las persecuciones según el estado de ventajosa (hacia adelante) o desventajosa (hacia atrás) que tenga la orientación de cada uno de los dos roles de una persecución. Se referirá al dibujo que trazan las relaciones de inversión en que entran las persecuciones (1 y 4, 2 y 3). Su simetría concéntrica es similar a la que dibuja un reordenamiento de cierto hipérbaton que hay en el último verso de un epigrama. Para llegar mejor ahí, pasemos por una introducción a la figura retórica a través de la presentación de un hipérbaton vecino de aquel del que intentaré mostrar que tiene el mismo dibujo que las persecuciones inversas, que le cederán el foco temático del resto del ensayo.
En Retórica llaman hipérbaton al cambio del orden habitual de los bloques de construcción de una frase (en español: Sujeto, Verbo, Objeto Directo, Objeto Indirecto, Complementos Circunstanciales). Lo que me interesa ver es qué recorrido hacen los bloques de frase que vuelven de un hipérbaton. Doy un ejemplo. Si las flechas curvas –las semicircunferencias– que salen de los bloques impares (1º, 3º, 5º,...) van por arriba del renglón y las que salen de los bloques pares van por abajo, en la frase de los versos de Francisco Luis Bernárdez
- “En la mirada azul del cielo pierde
la serranía su mirada verde”
Por recitado de la mía madre y un manual escolar conocí de chico un epigrama de –ahora lo sé– Tomás de Iriarte (el cuándo y el dónde parece que los aprendí cambiados, pero la inversión no afectará el argumento):
- “—He reñido a un hostelero.
—¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo?
—Porque cuando donde como sirven mal me desespero.”
Los bloques a reordenar de la frase de Bernárdez estaban enteros. Las persecuciones que ocupaban sucesivamente los extremos de la secuencia estaban en relación de inversión. Acá, en cambio, los sucesivos extremos (un par más que en la serie de persecuciones) están en relación de complementación porque son cada vez la parte introductoria (i) y la parte argumental (a) de un bloque adverbial (Causal, Temporal o Locativo): Ci-Ti-Li-La-Ta-Ca.
Ya sea en este orden de medios bloques exteriores y uno entero interior (Li-La) o ya sea en el orden de bloques enteros seguidos que se arma con la espiral (Ci-Ca-Ti-Ta-Li-La), la frase sintácticamente es un enhebrado de Proposiciones Incluidas (o Subordinadas) Adverbiales anidadas: al verbo de la Causal se refiere la Temporal; al verbo de la Temporal se refiere la Locativa. El orden habitual contra el que se percibe el hipérbaton coincide con esta trama sintáctica, que no lo necesita.
Esta prescindencia es decisiva: es el hecho de que una trama sintáctica no necesite un orden determinado (por ejemplo, el habitual, el que la automatización vuelve neutro y naturaliza) lo que permite que haya un hipérbaton (un orden no habitual) en lugar de una colección de pedazos; que haya una variación de posiciones reensamblable en lugar de un mero desorden. Esa trama funcional de palabras tiene un equivalente tenue, mínimo, en la mínima trama posicional de caracteres que todavía nos permite leer un escrito hecho de aquellos no anagramas que empiezan y terminan con las mismas letras del original (tníea que cgarala al fanil; hbaía lgoadro no heacr el chtise y jstuo vnio a pdoreme lo atuo-reafiecrnel).