Previsiones incapacitantes



En “El campo de croquet de la Reina” (capítulo VIII de las Aventuras...), Alicia se desconcierta en el medio de un juego sin reglas, sin jugadas ilegítimas, un cabal todo vale y sin objetivo. Imaginemos un mundo con reglas y con roles siempre bien definidos, pero aleatoriamente mutables; por ejemplo, imaginemos un mundo que se pueda dar vuelta en cualquier momento. La aleatoriedad involucrada hace imprevisibles los cambios de sentido. En un mundo así, donde cada permanencia es sólo un amague de continuidad, la habilidad de prever puede resultar incapacitante, si no se adapta a tiempo.
Como todos manejamos expectativas en una interacción, la cuestión es cuán rápido las cambiamos: instantáneamente, si este cambio forma parte de la inversión del mundo; inmediatamente, si no; con demora o nunca, si –por ejemplo– son expectativas de personajes secundarios de la situación. A esa distancia de los roles protagónicos, y acicateadas por expectativas, las previsiones tienen más probabilidades de sobrevivir al viraje de reglas y resultar incapacitantes. Veamos un ejemplo del primer caso (extensible al segundo) y otro del tercero.

1

Primer caso. X baja a abrirle a Z. No maniobra bien con el manojo y se le caen las llaves. Cuando el servicial Z las levanta, el mundo ha cambiado. Se despiden. X el anfitrión se va y Z el invitado cierra la puerta de calle con llave y vuelve al séptimo.
Ninguno confundió su nuevo rol con el viejo (ninguno sufrió previsiones incapacitantes) porque el cambio de expectativas en esa situación ocurrió junto con el cambio de la situación (a más tardar, inmediatamente después, como en un segundo caso).

2

Tercer caso. Un mozo está levantando una mesa y cobrándoles a los clientes. Hay varios grupos esperando un lugar. El grupo que se cree con derecho a esa mesa se aproxima lentamente. Pero de pronto las reglas del mundo se invierten: el mozo se sienta y le pide a un cliente del viejo mundo que le traiga un café, cosa que el tipo obedece con total naturalidad. El grupo que se acercaba a la mesa fue sorprendido en la anticipación de un hecho que no llegó a ocurrir porque el mundo se dio vuelta antes. El abandono de la travesía llega tarde. Entretanto, todos cambiaron menos ellos, ex adelantados que atrasan.
La inercia de esa espera activa sorprende al ex mozo; imaginen si recién se acaban de sentar a una mesa qué impresión les causaría un tipo o un grupo que está viniendo decididamente a lo mismo. Lo que esa previsión anacrónica tiene de incapacitante puede tenerlo de conflictiva.

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