Explicitaciones innecesarias




Hay algo que la frase sobreentiende y algo que la frase presupone. Presupone que sus destinatarios no tienen una visión de 180º o más, como tienen el camaleón y la mantis religiosa, y que entonces deben mirar dos veces, una por lado. Si para darme una idea de lo que se me viene encima debo mirar dos veces, los datos recabados deberían ser lo más contemporáneos posibles. Es el primer sobreentendido: el intervalo de lo que no puede no ser una sucesión, la demora entre esas dos miradas, para ser útil debe ser breve. El segundo sobreentendido es una especificación de éste y a su vez tiene tres especificaciones, una por cada alternativa de reacción. Se refiere a cuándo debe encararse la inspección que se prescribe desde la senda peatonal, cerca de la vereda. Lo ideal –primera de las tres especificaciones del segundo sobreentendido– es antes del cruce, a la usanza de una
similar indicación en las puertas de los colectivos (“Mire atrás antes de descender”). Pero todavía puede ser útil hacerlo durante, si se acierta en qué orden y con cuánta demora (nunca superior a la que se tiene para llegar a la mitad de la calle o donde esté el cambio de mano). El orden para mirar, que va de la necesidad más inmediata a la menos, no está indicado en la señal (como lo estaría si, por ejemplo, la flecha izquierda tuviera un número 1 y la derecha un 2).
La tercera alternativa es la menos útil (nada) y la más riesgosa (mucho): mirar después de cruzar, si se llega sano o salvo (suerte equivalente a la de haber cruzado a ciegas).
Explicitado todo, la indicación luciría así: “Mire a ambos lados rápido y antes de cruzar o, en su defecto, a la izquierda apenas iniciado el cruce y a la derecha antes o poco después de promediarlo”.

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