1.
Al arquero Ulises le salió la flecha por la culata: la atadura dispuesta para gozar sin arrojarse al mar le hizo sufrir no poder hacerlo.
— el Zambullista (@zambullista) marzo 31, 2015
Gozar del canto viene con arrojarme al mar. Si una atadura lo impide, el deleite se vuelve desesperación por no poder hacer lo que me pide.
— el Zambullista (@zambullista) marzo 31, 2015
No hay modo de que no sea frustrante atravesar atado una tentación irresistible. A Ulises, la curiosidad que no lo mata lo debilita.
— el Zambullista (@zambullista) marzo 31, 2015
No lo conocemos como El Gato Ulises gracias a que supo atar al mástil su curiosidad asesina. Salió vivo pero atravesó frustrado la aventura.
— el Zambullista (@zambullista) marzo 31, 2015
Curiosidad hay sólo una 1ª vez; después ya es que te gustó. Y tuvo que haber sido mucho, como para compensar la pérdida del efecto sorpresa.
— el Zambullista (@zambullista) marzo 31, 2015
1.1
Si en lugar de sufrir por no poder ir con las sirenas Ulises hubiera disfrutado de su canto, ¿repetiría el truco o apuraría el recuerdo?
— el Zambullista (@zambullista) abril 5, 2015
Raro sería que Ulises, habiendo disfrutado del trance, prefiriera recordarlo a reincidir. Si elige así, desconfío que le haya gustado tanto.
— el Zambullista (@zambullista) abril 5, 2015
A un Ulises enviciado le gustó tanto la experiencia que no deja de repetirla. Cambió un nado final por la órbita de un eterno retorno.
— el Zambullista (@zambullista) abril 8, 2015
Si en una repetición del truco Ulises ya no forcejea, si asiste quieto al recital, el poder de la rutina habrá anulado al del canto.
— el Zambullista (@zambullista) abril 1, 2015
Si Ulises no se desesperase por zafar, adiestrado por n intentos vanos, la belleza que le da al canto su fuerza le sería invisible al oído.
— el Zambullista (@zambullista) abril 1, 2015
@zambullista
No hay un silencio esencial; hay una sordera personal: ya no oye la belleza del canto, resignado a que no podrá entregársele.
— el Zambullista (@zambullista) abril 4, 2015
Imaginemos que a fuerza de no desear lo imposible, Ulises deja de intentar soltarse. A la larga dirá no estar atado y que eligió oír así.
— el Zambullista (@zambullista) abril 1, 2015
1.2
Imaginemos que Ulises no quiso repetir la experiencia que ahora tanto venera. Ayer olvidó que anteayer abandonó a su amor imposible de hoy.
— el Zambullista (@zambullista) abril 7, 2015
Ulises no vence: zafa. Sólo si fue muy alto el gusto se arriesgaría dándole una 2ª oportunidad a eso que bien pudo haber fallado y no falló.
— el Zambullista (@zambullista) abril 5, 2015
El truco era repetible pero Ulises –ponele– no quiso porque el trance le dejó un sabor feo y lo que funcionó antes puede no funcionar ahora.
— el Zambullista (@zambullista) abril 5, 2015
Un Ulises traumado por la experiencia y temeroso de repetirla va a apurar su recuerdo, como quien se apura a salir de una que pudo ser peor.
— el Zambullista (@zambullista) abril 5, 2015
Si el recuerdo al que va a refugiarse un Ulises frustrado se hiciera tan potente como el canto, el refugio se convertiría en trampa mortal.
— el Zambullista (@zambullista) abril 5, 2015
2.
Ulises es ventajero: asiste a alto show sin pagar su precio. Lo pagaría si el show, que debe seguir, siguiera igual de fuerte en su memoria.
— el Zambullista (@zambullista) marzo 14, 2015
El canto de las sirenas sería totalmente enloquecedor si además lo fuera su recuerdo. Pero Ulises deja de oír y sana. Recordado no es igual.
— el Zambullista (@zambullista) marzo 14, 2015
Si el recuerdo del canto mantuviera el hechizo, no importaría cuánto se aleja el volvedor Ulises. Aún estaría atado o con chaleco de fuerza.
— el Zambullista (@zambullista) marzo 14, 2015
Un recuerdo potente del canto es un Zahir dulce tejido por sirenas arácnidas, que cobran aun sin cantar. Es tarde para un eterno resplandor.
— el Zambullista (@zambullista) marzo 14, 2015
Un Ulises de memoria funesca no tendría tiempo para ansiar el eterno resplandor de una mente sin recuerdos. Ya no podría desoír el encanto.
— el Zambullista (@zambullista) marzo 14, 2015
3.
Las sirenas tejen cantando una telaraña y esperan que la presa las busque. Penélope desteje para seguir esperando. Ulises viaja: no espera.
— el Zambullista (@zambullista) marzo 14, 2015
Quizá al pasar por ahí Ulises revivió un trauma, con tanta nitidez que confundió recuerdo con vivencia. Quizá no hizo falta remar con cera.
— el Zambullista (@zambullista) marzo 14, 2015
En ese barco el único que escuchó voces fue Ulises; los demás tenían los oídos tapados. El silencio de las sirenas pudo haberlo enloquecido.
— el Zambullista (@Zambullista) 25 de diciembre de 2017
Otra vuelta de tuerca: sus amigos no lo habían atado al mástil. O bien Ulises fingió no zafar o bien se creyó tan atado que lo intentó y no pudo.
— el Zambullista (@Zambullista) September 26, 2020
Como sea, sus amigos sonrieron al ver (o escuchar) sus ruegos. O bien se ríen de uno que no sabe que quedó en evidencia o bien de uno muy sugestionable (un don Ulises de la Mancha).
— el Zambullista (@Zambullista) September 26, 2020
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