1.
- «...los trajes confeccionados con esas telas poseían la maravillosa propiedad de convertirse en invisibles para todos aquellos que no fuesen merecedores de su cargo o que fuesen sobremanera tontos»
“El traje nuevo del emperador”, en Cuentos, de Hans Christian Andersen (Alianza Cien, Madrid, 1994, pp. 9 y 10).
La tela invisible a los tontos y a los indignos de su puesto logra que todos afirmen verla. Un miedo entre pares y otro ante el emperador.
— el Zambullista (@zambullista) julio 9, 2015
@zambullista Menos un niño, todos saben (o temen) tener al menos 1 de esos 2 secretos vergonzosos. Ver desnudo al emperador los desnudaría.
— el Zambullista (@zambullista) julio 12, 2015
@zambullista Temer que nos vean tontos (no merecemos estar más alto...) o indignos (...ni estar donde estamos) afecta a la movilidad social.
— el Zambullista (@zambullista) julio 12, 2015
@zambullista Los 2 miedos que hacen ver la tela son complementarios al de hablar en público: 2 miedos a que nos expongan y 1 a exponernos.
— el Zambullista (@zambullista) julio 9, 2015
@zambullista Los miedos a quedar en evidencia flashean un pelotón preparado para fusilar. El miedo a hacer el ridículo, uno haciendo fuego.
— el Zambullista (@zambullista) julio 9, 2015
2.
X teme fallar si se pone en una centralidad no solicitada y fallar durante otra prevista. En un caso X se juega; en el otro, ya está jugado.
— el Zambullista (@zambullista) agosto 25, 2015
@zambullista El 1º temor le inmoviliza la iniciativa a X; el 2º lo mueve a afinar su respuesta, para quedar lejos del infierno tan temido.
— el Zambullista (@zambullista) agosto 25, 2015
@zambullista Tan lejos que se instala en el cielo tan querido: X disfruta del despliegue; en el escenario se desinhibe mucho más que afuera.
— el Zambullista (@zambullista) agosto 26, 2015
Puedo ser tímido para ponerme en una centralidad que no me dan y no para desenvolverme –aun con histrionismo– en una peor, pero por trabajo.
— el Zambullista (@zambullista) agosto 25, 2015
@zambullista "Peor": hay una exposición mayor (y ante más gente) cantando en un escenario –por ejemplo– que tomando la palabra en reuniones.
— el Zambullista (@zambullista) agosto 26, 2015
@zambullista En el 1º caso, el miedo es a defraudar una confianza expectante; en el 2º, a decepcionar luego de sorprender copando la parada.
— el Zambullista (@zambullista) agosto 26, 2015
@zambullista "Por trabajo": se espera de mí, v.g, que dé una clase; esa centralidad está prevista. La que no me dan debo ganarla: competir.
— el Zambullista (@zambullista) agosto 25, 2015
@zambullista Una cosa es que el ridículo sea un accidente de trabajo (el pedo de Amuchástegui); otra, que sea el fracaso de una audacia.
— el Zambullista (@zambullista) agosto 25, 2015
@zambullista El ridículo de quien mete la pata provoca una vergüenza aguda, un bochorno, un desesperado deseo de volver el tiempo atrás.
— el Zambullista (@zambullista) agosto 30, 2015
3.
Si una muerte social figurada me asusta más que la literal, prefiero que me falte todo a estar en falta con todos.
http://t.co/4NxFfTLHMz
— el Zambullista (@zambullista) julio 10, 2015
Al ridículo se le da un rasgo propio de la muerte (de ahí no se vuelve) y puede asustar más que ella. Hasta tal punto somos bichos sociales.
— el Zambullista (@zambullista) julio 10, 2015
@zambullista Que no se vuelve de la muerte es un hecho; eso la hace definitiva. Que no se vuelve del ridículo es una opinión, fundada o no.
— el Zambullista (@zambullista) julio 12, 2015
@zambullista "No puedo declararlo muerto porque no lo está. La muerte es un hecho, no una opinión", dijo una jueza que negó una desconexión.
— el Zambullista (@zambullista) julio 12, 2015
Somos individuos que temen el fin de su experiencia y, a la vez, jugadores sociales que temen su expulsión o el fin del sentido de su juego.
— el Zambullista (@zambullista) julio 12, 2015
4.
Difícil no confundir alerta con peligro. Una alerta es un aviso de peligro, no un peligro. Pero nos asusta lo que significa, no lo que es.
— el Zambullista (@zambullista) julio 16, 2015
El miedo a un peligro es centrífugo. El miedo social a quedarse afuera es centrípeto. Uno persuade de lo que el otro disuade: salir de ahí.
— el Zambullista (@zambullista) enero 5, 2015
Un desbande es una sincronización de huidas. Nadie más individualista que el que entra en pánico. El miedo sincroniza lo que desune.
— el Zambullista (@zambullista) enero 5, 2015
"La unión hace la fuerza". De ahí que, para soportar un mal, seamos más débiles solos que con muchos (un "consuelo de tontos", según otros).
— el Zambullista (@zambullista) julio 8, 2015
@zambullista Los tontos del dicho ven justo que otros sufran su mal. No unen fuerzas: padecen solos, con el consuelo de no ser los únicos.
— el Zambullista (@zambullista) julio 14, 2015
5.
Nos arrean 3 miedos cristianos: a perdernos (Jesús es el camino), caer en el error (Jesús es la verdad) y enfermar grave (Jesús es la vida).
— el Zambullista (@zambullista) julio 30, 2015
@zambullista ¿Quién no siente que transita? ¿Quién no teme estar errando y que ese error (de meta o de camino) le cueste la salud o la vida?
— el Zambullista (@zambullista) julio 31, 2015
Jesús listó las 3 cosas que era. Si las hubiera articulado un poco entre sí, quizá habría dicho: "Yo soy el camino a la verdad que da vida".
— el Zambullista (@zambullista) julio 30, 2015
En el peor de los casos, un error tiene consecuencias fatales (lo saben los premio Darwin). De ahí quizá que se asocie la verdad a la salud.
— el Zambullista (@zambullista) agosto 26, 2015
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