1.
Una elección muestra la voluntad de los electores. Agregar que es sabia o infalible es dar una opinión –o un deseo disfrazado–, no un hecho.
— el Zambullista (@zambullista) noviembre 18, 2015
@zambullista No obligatorio, al menos. Hay casos en los que los electores eligen a quien –avisa Casandra– empeorará a la mayoría o a todos.
— el Zambullista (@zambullista) noviembre 18, 2015
@zambullista Si esto tiene una lógica en una escala mayor a la de las expectativas con que se elige, no sé. Sé que hay sufrimiento evitable.
— el Zambullista (@zambullista) noviembre 18, 2015
No elegimos representantes porque califiquemos para hacerlo, de tan sabios que somos. Los elegimos para hacernos cargo. No vienen de Marte.
— el Zambullista (@zambullista) noviembre 19, 2015
2.
En una elección presidencial se juega para qué lado se transferirá riqueza y poder –o con qué efectos sobre la inequidad: ¿subirá o bajará?
— el Zambullista (@zambullista) noviembre 19, 2015
@zambullista Ése es un motivo político e ideológico, además de ético, para elegir u optar. Y si la igualdad es la meta, es el mejor motivo.
— el Zambullista (@zambullista) noviembre 19, 2015
@zambullista El motivo de un bien común (el sujeto es social) compite con motivos formales, estéticos, empáticos… (el sujeto es individual).
— el Zambullista (@zambullista) noviembre 20, 2015
Si hay puja distributiva, tu voto tira para un lado u otro, lo sepas o no. Al manotazo invisible del mercado no le importa por qué votaste.
— el Zambullista (@zambullista) noviembre 21, 2015
@zambullista No temerle a ese manotazo es como jugar a la ruleta rusa con el tambor lleno. Y peor si venimos de sanar del manotazo anterior.
— el Zambullista (@zambullista) noviembre 21, 2015
@Zambullista Exageré. Tambor lleno da inevitable, un futuro infalible. Mejor tambor casi lleno: sin 1 bala, si estimo bien la probabilidad.
— el Zambullista (@Zambullista) diciembre 21, 2015
3.
Una cosa es que te importen los CÓMO. Otra es que te importen más que los QUÉ. Estarías resolviendo un duelo de fondo con uno entre formas.
— el Zambullista (@zambullista) diciembre 5, 2015
@zambullista El duelo define cómo se distribuirán riqueza y poder. Los que pugnan por una opción vergonzante se disfrazan de modalistas.
— el Zambullista (@zambullista) diciembre 5, 2015
@zambullista Así te distraen. Prefieren dirimir el duelo con un concurso de popularidad que debatiendo si piensan bajar la inequidad y cómo.
— el Zambullista (@zambullista) diciembre 9, 2015
No importa si te gusta o no un candidato. Importa si te gusta o no la sociedad resultante de aplicar sus políticas. No sos vos, somos todos.
— el Zambullista (@zambullista) diciembre 7, 2015
@zambullista Y de todos, el resultado que más debería importarnos es si con ese liderazgo sube o baja la concentración de riqueza y poder.
— el Zambullista (@zambullista) diciembre 7, 2015
Si de lo que se trata es de reducir o aumentar la brecha social, ¿a qué posición favorece elegir una conducción por razones distintas a esa?
— el Zambullista (@zambullista) noviembre 21, 2015
4.
Algo anda mal si a quien causará un aumento de la desigualdad social se lo elige por ejes o razones diferentes. Y si es por esa razón, peor.
— el Zambullista (@Zambullista) enero 4, 2016
Y anda mal porque es muy vulnerable una sociedad con defensas tan bajas que adora a, empatiza con o confía en quien la viene a fracturar.
— el Zambullista (@Zambullista) enero 7, 2016
La fractura es efecto de poner al mando del interés general al que promete trabajar para el interés sectorial de los pocos del poder real.
— el Zambullista (@Zambullista) enero 7, 2016
Jugar adrede contra las mayorías a favor de la minoría que integro es menos ético que el voto cotillón, que daña por bobo, no por ventajero.
— el Zambullista (@Zambullista) enero 7, 2016
El voto cotillón, apolítico, coopera con el voto herramienta de redistribución regresiva, político. Será el único blanco del fuego amigo.
— el Zambullista (@Zambullista) enero 7, 2016
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