1.
Un río del Sur. Corro saltando de roca en roca. Hay rocas flojas para saltos en falso. Tengo menos de 1 s para evitarlas. Y sigo en carrera.
— el Zambullista (@Zambullista) enero 21, 2016
1.1
Voy muy enfocado, por necesidad; una distracción ahí puede ser fatal. La conciencia no toma la decisión de adónde saltar; sólo la atestigua.
— el Zambullista (@Zambullista) enero 21, 2016
Sólo para eso le dan los reflejos: para registrar las decisiones que el cerebro toma sin ella: sin su debate previo ni su control posterior.
— el Zambullista (@Zambullista) enero 22, 2016
1.2
Tengo que estar todo el tiempo adelantado, mientras cumplo el último salto que adelanté. En mi presente nada es reciente, todo es inmediato.
— el Zambullista (@Zambullista) enero 22, 2016
Con ese apuro, el tiempo se concentra tanto en el presente que, a pesar de estar en medio de un vértigo, puedo dar en creer que se detuvo.
— el Zambullista (@Zambullista) enero 22, 2016
Tal vez el placer de ese vértigo está hecho de sucesivos alivios de zafar. Es un placer que viene jugando a doble o nada hace varios saltos.
— el Zambullista (@Zambullista) enero 22, 2016
No sé si el placer se duplica a cada paso, pero el cuerpo que lo goza juega a 1 o nada. Si gana, suma 1 m; si pierde, pierde todos. Jugado.
— el Zambullista (@Zambullista) enero 28, 2016
Arriesga todo para ganar poco. Como el juego de tirar un dado y sumar lo que salga, salvo si es 1, que hace perder el turno y su cosecha: 0.
— el Zambullista (@Zambullista) enero 28, 2016
1.3
En un trance así, pensar en algún paso anterior, en vez de estar adelantando el siguiente, a la corta equivale a mirar atrás, mujer de Lot.
— el Zambullista (@Zambullista) enero 22, 2016
La diferencia es que la estatua de sal fue un castigo divino y rodar por las rocas sería un efecto de distraerse pensando o mirando atrás.
— el Zambullista (@Zambullista) enero 22, 2016
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