- El primer texto es una nota de Coleridge; ignoro si éste la escribió a fines del siglo XVIII, o a principios del XIX. Dice, literalmente: “Si un hombre atravesara el Paraíso en un sueño, y le dieran una flor como prueba de que había estado allí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano… ¿entonces, qué?”.
Jorge L. Borges, “La flor de Coleridge” (en Otras inquisiciones).
1.
¿Cómo es que sé que tuve un sueño pero no recuerdo que sucedió en él? Debería también no recordar que tuve el sueño.
— Actiniaria (@LaXuru) 17 de enero de 2017
Es como una huella que no identificás: sabés que está ahí, pero no podés saber qué o quién la dejó. https://t.co/6W0IvKTvg4
— el Zambullista (@Zambullista) 17 de enero de 2017
En las antípodas del borrón solidario de contenido y continente, hay un recién despierto que no sólo recuerda la flor soñada: también la ve.
— el Zambullista (@Zambullista) 5 de abril de 2017
Verla en la cama sin recordarla del sueño le haría no ver el contrabando. En vez de un
— el Zambullista (@Zambullista) 5 de abril de 2017
—¿Entonces, qué?,
diría un
—¿Y esto por qué está acá?
Turismo Coleridge: un hombre despierta con una flor en la mano; se la dieron en el sueño, "como prueba de que había estado" en el Paraíso.
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
No sería menos extraordinaria esa flor si en vez de venir del Paraíso viniera de cualquier otra locación onírica. Fuerte es el contrabando.
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
2.
El pasado es tan impresentable como el sueño, pero deja contrabandear cosas. Las llamamos "recuerdo de". Una caña del Huechulafquen, por ej.
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
Y también funcionan como una prueba de haber estado ahí. Mejor: de que ese pasado (lo que rodeaba a la caña) no se fue del todo. Algo queda.
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
La caña colihue, que es real, no me transporta al pasado como se transporta la flor de Coleridge, que es literaria, del sueño a la realidad.
— el Zambullista (@Zambullista) 25 de mayo de 2016
Es COMO SI me transportara a ese momento. La ilusión del viaje es un sucedáneo del viaje, que es tan imposible como el de la flor a la cama.
— el Zambullista (@Zambullista) 25 de mayo de 2016
2.1
Un souvenir evocador da la ilusión de revivir eso. "Alguien logró estar ahí", diría Kafka.https://t.co/oPAv4OfIMChttps://t.co/Fb2IIqcnlk
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
"Alguien tiene que estar ahí". Los recuerdos engarzan hitos en el tiempo; los vigías, en el espacio: longitud temporal y territorio actual.
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
La trama de esa identidad está hecha de "un ejército, un pueblo" que duerme y vigías que velan; su historial, de recuerdos que despiertan.
— el Zambullista (@Zambullista) 19 de mayo de 2016
A los recuerdos los despiertan los souvenires, que les toman el nombre. Si ya no los despiertan, son como llaves de cerraduras cambiadas.
— el Zambullista (@Zambullista) 19 de mayo de 2016
Llaves y evocadores que se vuelven inútiles para lo que se hicieron quedan vacíos de su 1° sentido y disponibles para recibir otros encima.
— el Zambullista (@Zambullista) 19 de mayo de 2016
2.2
Nadie elige recordar lo que sufrió; si lo recuerda es a su pesar. Un souvenir es una elección; siempre convoca a una felicidad archivada.
— el Zambullista (@Zambullista) 25 de mayo de 2016
Siempre responde la última que volvió de la convocatoria anterior. Como sea, cuando el souvenir surte efecto experimentás cierto bienestar.
— el Zambullista (@Zambullista) 25 de mayo de 2016
Por ejemplo, la sensación de volver a ser –o la de seguir siendo– ese que en el Huechulafquen dibujó un dado irreconocible (6 caras tiene).
— el Zambullista (@Zambullista) 25 de mayo de 2016
La felicidad se edita junto con el recuerdo. Como en una película hay banda sonora, en una memoria hay banda emocional: "Huechulafquen.emo".
— el Zambullista (@Zambullista) 25 de mayo de 2016
La memoria edita el recuerdo para hacerlo más hospitalario de lo que fue la experiencia que fluía. La 1ª edición es delimitarla.
— el Zambullista (@Zambullista) 25 de mayo de 2016
—Y…¡corten!
Todo recuerdo tiene algo que su experiencia no tuvo: la certeza del resultado. Esa incertidumbre de menos es una edición de mínima, básica.
— el Zambullista (@Zambullista) 25 de mayo de 2016
3.
Alguien que viera corta toda longitud temporal vería reciente lo remoto. Y vemos remoto lo reciente bajo los efectos de una alta intensidad.
— el Zambullista (@Zambullista) 19 de mayo de 2016
Esto no hace baja la intensidad de quien ve reciente lo remoto. No puede ser baja, si (man)tiene presente lo que se aleja en el tiempo.
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de mayo de 2016
Los recuerdos de X, sin importar su antigüedad, son tan vívidos que parecen recientes. Un grado más y se confunden con percepciones en vivo.
— el Zambullista (@zambullista) abril 8, 2015
Para X, toda distancia temporal es corta. Todo ocurrió recién o ayer o el otro día. La recientez permanente se enrarece con el tiempo.
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
El tiempo, que amarillea el papel, enrarece la blancura permanente del liquid paper y la juventud de Mirtha Legrand.https://t.co/bVDElLso4L
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
Para L. Shelby (Memento), que pierde cada pocos minutos lo retenido, todo es nuevo cada vez. Para X, que no olvida, nada es viejo o remoto.
— el Zambullista (@Zambullista) 16 de mayo de 2016
No porque no olvide (lo necesario no es suficiente), sino porque todo en su memoria tiene el cartel de RECIÉN PINTADO. X se mancha siempre.
— el Zambullista (@Zambullista) 25 de mayo de 2016
Quizá X aún no supo tomar distancia de lo antiguo y perdido, lo irrecuperable. Del acampe a orillas del Huechulafquen sólo quedó una caña.
— el Zambullista (@Zambullista) 16 de mayo de 2016
3.1
"Lo pasado es pisado" tiene un ánimo de desconexión que un recuerdo no tiene. De ahí quizá que su impulso sea tirar recuerdos, desprenderse.
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
Un recuerdo es conexión con una vivencia o no es recuerdo. El impulso inverso es a conservarlos todos frescos, con las conexiones vigentes.
— el Zambullista (@Zambullista) 16 de mayo de 2016
En su evocación funesca, X conecta tanto con la vivencia perdida que apenas las distingue. La pérdida, si la ve, la ve reciente o mínima.
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de junio de 2016
La memoria es el museo de un mundo perdido. Y un museo interactivo vivencial: elige tu propia aventura nostálgica. pic.twitter.com/VmXtH8rNZh
— el Zambullista (@Zambullista) 16 de mayo de 2016
X no ansía volver al pasado. Niega que se le hayan ido los presentes que deseó salvar. O que se hayan ido muy lejos, donde no se vivencian.
— el Zambullista (@Zambullista) 16 de mayo de 2016
—Yo no lo perdí. Lo tengo acá, a mano, reciente.
— el Zambullista (@Zambullista) 16 de mayo de 2016
—Intentá agarrarlo.
—Está disponible.
—Ponelo a prueba.
—¿Para?
—Si ya no está, dejalo ir.
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