1.
Pasó la luna Luna y dijo
— el Zambullista (@Zambullista) 30 de junio de 2016
—Ojalá que el dios Dios viva en la calle Calle.
—Y que la "J" sea de "Jota",
agregó Homero. pic.twitter.com/d4VJNhSxx4
Si Calle no fuera el nombre de uno, sería como llamar Perro a un perro. En cambio, Dios es un dios que niega a los otros diciéndose único.
— el Zambullista (@Zambullista) 21 de julio de 2016
Un miembro que lleva el nombre del conjunto puede sentirse exclusivo (dios Dios), antonomásico (luna Luna), ninguneado (perro Perro), etc.
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de julio de 2016
Función mata etiqueta: un nombre funciona designando un individuo aun si es idéntico al que funciona designando la clase a la que pertenece.
— el Zambullista (@Zambullista) 21 de julio de 2016
La no diferencia semántica no malogra la diferencia funcional que hay entre un nombre y otro. Un nombre es lo que hace, no lo que suena.
— el Zambullista (@Zambullista) 21 de julio de 2016
2.
Doblado, Sledge Hammer fue Martillo Hammer. Igual al nombre propio acá es el apodo, no el nombre común –es COMO un martillo, no uno literal.
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de julio de 2016
Su apodo español y su apellido inglés no remiten a lo que Martillo Hammer es (un hombre), sino a lo que es eso con lo que se lo compara.
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de julio de 2016
Hammer se apoda con algo que él no es, por mucho que sea su nombre traducido. Como apoda por similitud, es una metáfora –otra, Látigo Coggi.
— el Zambullista (@Zambullista) 23 de julio de 2016
Imaginemos todo literal. Sin la metáfora que promociona su velocidad de ataque, Coggi sería un látigo, no (certero y rápido) como un látigo.
— el Zambullista (@Zambullista) 23 de julio de 2016
Martillo, Látigo, Mano de Piedra son hipérboles promocionales. En las antípodas, el apodo antífrasis: Chiquito Romero –que no es metafórico.
— el Zambullista (@Zambullista) 23 de julio de 2016
"Chiquito" no compara a Romero con nada; sólo lo describe por un rasgo, invertido con humor. (Y antes fue el nombre de un caballo favorito.)
— el Zambullista (@Zambullista) 23 de julio de 2016
3.
Hoy ninguna descripción definida (o apodo) se convierte en apellido. Pero en sus orígenes y en los del bosque genealógico hubo mucho de eso.
— el Zambullista (@Zambullista) 1 de junio de 2016
Los apellidos son fósiles de apodos. Hablaban del padre (el hijo de Rodrigo). O del oficio familiar (Omar al-Jayyam: fabricante de tiendas).
— el Zambullista (@Zambullista) 23 de julio de 2016
4.
—Ayer lo vi a Coso.
— el Zambullista (@Zambullista) 21 de julio de 2016
"Coso" nombra transitoriamente a uno de nombre olvidado como un monumento homenajea para siempre al soldado desconocido.
—Mi nombre es Legión.
— el Zambullista (@Zambullista) 21 de julio de 2016
—Coso. Mucho gusto.
—Soy muchos. "Contengo multitudes".
—Yo no soy ninguno pero puedo ser cualquiera. Como un comodín.