1. Repetición
"El ángel exterminador" (Buñuel): el hechizo agorafóbico se rompe cuando todos vuelven a cierta distribución casual previa a no poder irse.
— el Zambullista (@Zambullista) 5 de septiembre de 2016
Esta repetición deshace un estado infeliz. La cábala colectiva de repetir posiciones para repetir resultado desea rehacer un estado feliz.
— el Zambullista (@Zambullista) 5 de septiembre de 2016
Infeliz o no, "la repetición de cualquier estado comportaría la […] de todos los otros y haría de la historia universal una serie cíclica".*
— el Zambullista (@Zambullista) 5 de septiembre de 2016
* Borges, "La creación y P. H. Gosse". O en "El milagro secreto": "basta una sola 'repetición' para demostrar que el tiempo es una falacia".
— el Zambullista (@Zambullista) 5 de septiembre de 2016
En cadenas causales, sí. Si el estado A causa el B, B el C, etc, repetir 1 es repetir los que le siguen, hasta volver: C causa A, A causa B…
— el Zambullista (@Zambullista) 6 de septiembre de 2016
En secuencias casuales, no. El estado repetido puede tener un sucesor distinto cada vez. Si no lo causa, que no pretenda que sea el mismo.
— el Zambullista (@Zambullista) 6 de septiembre de 2016
Habría que ver cómo son las cuentas en el collar del tiempo. Por ej., si son igual o más casuales que causales (o al revés), y por cuánto.
— el Zambullista (@Zambullista) 6 de septiembre de 2016
La causalidad rígida de ese tiempo circular es como la de un cabulero. En ambas, la repetición hace entrar en un loop; en la mansión, salir.
— el Zambullista (@Zambullista) 6 de septiembre de 2016
El evento fortuito de la repetición posicional puede lo que no pudo la voluntad: dar con la salida de la situación y permitir la de la casa.
— el Zambullista (@Zambullista) 6 de septiembre de 2016
2. Persistencia
Una fiesta que no puede terminar se convierte rápidamente en una pesadilla social. Y no termina porque los invitados no pueden irse de ahí.
— el Zambullista (@Zambullista) 5 de septiembre de 2016
No están empacados, como la chiva que no quiere salir de ahí. Quieren, pero son como una lucidez anhelante atrapada en un estado vegetativo.
— el Zambullista (@Zambullista) 5 de septiembre de 2016
Su súbita agorafobia los confina a la mansión. La fiesta voluntaria devino cautiverio noluntario. Más chico el pago, más grande el infierno.
— el Zambullista (@Zambullista) 5 de septiembre de 2016
La misma locación y el mismo vestuario de la fiesta que dejó de ser cuando dejó de ser voluntaria y se volvió un secuestro sin secuestrador.
— el Zambullista (@Zambullista) 5 de septiembre de 2016
La fiesta no finaliza, y aun así se extingue: se apaga en cada invitado que resuelve irse y la deja antes que a la casa –que no podrá dejar.
— el Zambullista (@Zambullista) 5 de septiembre de 2016
Ese abandono es más gestual que ritual: la despedida es una fase de la fiesta, aunque no sea la más conspicua –la festiva, de la que se fue.
— el Zambullista (@Zambullista) 5 de septiembre de 2016
3. Caída y contención
La casa pasa de ser la locación de un evento social distinguido a ser la de una escena de la veloz disgregación de su sociabilidad refinada.
— el Zambullista (@Zambullista) 5 de septiembre de 2016
Conviven por un tiempo hiperbólico, surrealista, en el que pasan de la etiqueta y los modales IN a la animalidad fisiológica y a lo inmoral.
— el Zambullista (@Zambullista) 5 de septiembre de 2016
Es la pesadilla de una muerte social, desde la gaffe de no irse a una hora decorosa a la de orinar en la sala. Todos se inmoralizan igual.
— el Zambullista (@Zambullista) 5 de septiembre de 2016
Este mal de muchos no hace de consuelo de tontos. Multiplica la vergüenza de la gaffe compartida: veo en los otros lo que no debo ser y soy.
— el Zambullista (@Zambullista) 5 de septiembre de 2016
—Siempre seremos cómplices…??
— el Zambullista (@Zambullista) 5 de septiembre de 2016
De la reunión contingente a la convivencia obligada. Y pactada: cada uno es testigo del bochorno de los otros.
El infierno tan temido esta noche está encantador, o al menos contenido: cada uno está armado igual por compartir el mismo secreto de todos.
— el Zambullista (@Zambullista) 5 de septiembre de 2016
—Vos sabés lo que yo hice.
— el Zambullista (@Zambullista) 9 de septiembre de 2016
—Hablando de bueyes perdidos…
—Yo sé lo que vos hiciste.
—Entre bueyes no hay cornadas.
*Sellan el pacto y salen*
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