Las direcciones del tiempo



1. In­tro­duc­ción: las di­rec­cio­nes del tiem­po

Algo común a todas las fi­gu­ra­cio­nes que nos ha­ce­mos del tiem­po es que es un flujo, una co­rrien­te: “El tiem­po pasa”. (Y gra­cias a eso –o por culpa suya–, “Todo pasa”.) La pre­gun­ta es en qué di­rec­ción.
Pero una pre­gun­ta pre­via es cómo de­fi­ni­mos la di­rec­ción, de qué a qué de­ci­mos que se mueve el tiem­po. Bor­ges, por ejem­plo, en “His­to­ria de la eter­ni­dad” ve igual de «iló­gi­ca» la «creen­cia común» de que fluye del pa­sa­do al fu­tu­ro y «la con­tra­ria», que dice que dis­cu­rre del fu­tu­ro al pa­sa­do (la idea es­co­lás­ti­ca «del tiem­po como fluen­cia de lo po­ten­cial en lo ac­tual» «es afín» a la idea de los ver­sos de Una­muno: “Noc­turno el río de las horas fluye / desde su ma­nan­tial que es el ma­ña­na / eterno...”).
Puede que no sean creen­cias con­tra­rias sobre un mismo tema, el tiem­po. Me pa­re­ce que la «creen­cia común» habla de un na­ve­gan­te que VA hacia algún des­tino, sí o sí fu­tu­ro, mien­tras que Una­muno habla del «río de las horas» na­ve­ga­do, que VIENE de un fu­tu­ro, tiem­po de «lo po­ten­cial».
Si ha­bla­ran de lo mismo se­rían di­rec­cio­nes ex­clu­yen­tes: ha­bla­rían de un na­ve­gan­te (o de un río de horas) que va o que viene. Pero como ha­blan de cosas dis­tin­tas, ese ir y ese venir no se con­tra­di­cen; sólo con­tras­tan.
Si ha­bla­ran de lo mismo, con el prin­ci­pio de ter­ce­ro ex­clui­do la ló­gi­ca le prohi­bi­ría al tiem­po no ele­gir una de las dos op­cio­nes y con el prin­ci­pio de no con­tra­dic­ción le prohi­bi­ría ele­gir las dos. Ni nin­gu­na ni ambas: una. Si te movés en un riel,

no podés ni ir ni venir
+
no podés ir y venir (a la vez)
=
tenés que ir o venir.
Con­tra­dic­to­rios se­rían si fue­ran las dos di­rec­cio­nes que toma, a la vez y en el mismo sen­ti­do, el na­ve­gan­te (o el río de horas). Pero la cruza de la «creen­cia común» y los ver­sos de Una­muno (o las ideas es­co­lás­ti­cas) sólo de­ja­ría afir­mar que na­ve­ga­mos río arri­ba.
En vez de pa­sa­do-fu­tu­ro, en este en­sa­yo los ex­tre­mos del viaje serán 2 es­ta­dos (es­ta­do de menor en­tro­pía-es­ta­do de mayor en­tro­pía) y 6 ubi­ca­cio­nes (iz­quier­da-de­re­cha, ade­lan­te-atrás, arri­ba-abajo). O sea, 8 cam­bios –1 irre­ver­si­ble y 7 re­ver­si­bles– de eso cuyo de­ve­nir o per­ma­nen­cia sig­ni­fi­ca­mos en es­pa­ñol con el verbo estar.

2. El tiem­po fí­si­co: la fle­cha del tiem­po


Si dejo caer una copa de vino al suelo y ob­ser­vo cómo se hace añi­cos, estoy con­tem­plan­do un caso de au­men­to de en­tro­pía. La ro­tu­ra de la copa es uno de los pro­ce­sos irre­ver­si­bles que rige la fle­cha del tiem­po de la ter­mo­di­ná­mi­ca. Se­ña­lo, de paso, que éste es un caso en el que la de­fi­ni­ción de la en­tro­pía que se basa en la no­ción de des­or­den re­sul­ta más útil que la que lo hace en la no­ción de des­equi­li­brio. Al rom­per­se la copa, un es­ta­do de des­or­den sus­ti­tu­ye al de orden.

Ri­chard Mo­rris, Las fle­chas del tiem­po, Sal­vat, Bar­ce­lo­na, 1987; pá­gi­na 122.


Co­mien­zo del epí­gra­fe de "Azar y sen­ti­do", parte 3


Si nin­gu­na fuer­za la con­tra­rres­ta, la gra­ve­dad de­ci­de la di­rec­ción de un flujo de agua, como el de un río o el de un acue­duc­to (para no ha­blar de gra­dos más altos, como los 90 de una cas­ca­da). En cam­bio, a la fle­cha del tiem­po la de­ci­de la se­gun­da ley de la ter­mo­di­ná­mi­ca: siem­pre se pasa de un es­ta­do menos alea­to­rio a otro más alea­to­rio (o sea, de un es­ta­do de menor a uno de mayor en­tro­pía); nunca al revés: es sen­ti­do único por­que es irre­ver­si­ble.

3. Las re­pre­sen­ta­cio­nes del tiem­po: cam­bios de ubi­ca­ción

Ade­más de un cam­bio de es­ta­do, el flujo del tiem­po puede de­fi­nir­se en tér­mi­nos de un cam­bio de ubi­ca­ción. Y a di­fe­ren­cia del tiem­po fí­si­co, nues­tras re­pre­sen­ta­cio­nes del tiem­po y su mo­vi­mien­to tie­nen más de 1 di­rec­ción; de hecho, las tie­nen todas. El tiem­po se mueve en todas las di­rec­cio­nes opues­tas po­si­bles (o sea, en todas las di­rec­cio­nes) cuan­do lo gra­fi­ca­mos mon­tán­do­lo sobre los 3 ca­rri­les de nues­tro es­pa­cio 3D: ade­lan­te-atrás, iz­quier­da-de­re­cha, arri­ba-abajo y 3 veces vi­ce­ver­sa. Hay, en­ton­ces, 6 sen­ti­dos en el menú de los que una cul­tu­ra puede atri­buir­le al flujo del tiem­po cuan­do lo es­pa­cia­li­za (vale decir: cuan­do lo pre­sen­ta como cam­bios de ubi­ca­ción; los cam­bios de es­ta­do no su­po­nen una es­pa­cia­li­za­ción del tiem­po).
En un es­pa­cio te­tra­di­men­sio­nal, una cuar­ta línea per­pen­di­cu­lar daría 2 sen­ti­dos nue­vos: 8 en total; y otros 2 en un es­pa­cio pen­ta­di­men­sio­nal: 10; y, en ge­ne­ral, 2 × n sen­ti­dos en un es­pa­cio n-di­men­sio­nal, que es un es­pa­cio con n per­pen­di­cu­la­res entre sí, que son n ca­rri­les bi­di­rec­cio­na­les donde una cul­tu­ra puede poner a fluir el tiem­po.

3.1 Iz­quier­da y de­re­cha

Em­pie­zo por las 2 di­rec­cio­nes la­te­ra­les. Ele­gi­mos una según en qué di­rec­ción se lea una línea en nues­tra cul­tu­ra: si lee­mos de iz­quier­da a de­re­cha, como en la cul­tu­ra oc­ci­den­tal, pon­dre­mos el fu­tu­ro a la de­re­cha; si lee­mos de de­re­cha a iz­quier­da, como en la cul­tu­ra árabe, lo pon­dre­mos a la iz­quier­da. Dime cómo ras­tri­llas le­yen­do y te diré cómo la­te­ra­li­zas el tiem­po.
Le­yen­do o "le­yen­do". El ba­rri­do que de­fi­na la la­te­ra­li­za­ción del tiem­po será de al­gu­na otra cosa si no es de pa­la­bras es­cri­tas por­que la len­gua es sólo oral. Si una cul­tu­ra que no tiene es­cri­tu­ra ubica a la iz­quier­da el fu­tu­ro, por ejem­plo, será por­que habrá en ella otro ba­rri­do sig­ni­fi­ca­ti­vo que se hace con esa di­rec­ción. Es una hi­pó­te­sis (y puede que sim­plis­ta). Ade­más, aun cuan­do se la de­mues­tre para tal o cual caso, to­da­vía res­ta­ría re­pe­tir ese éxito con las demás cul­tu­ras ágra­fas.

3.2 Ade­lan­te y atrás

Pero el sen­ti­do en que es­ca­nea­mos no de­ci­de tam­bién cuál de las 2 di­rec­cio­nes lon­gi­tu­di­na­les ele­gi­mos, si con el fu­tu­ro ade­lan­te o con el fu­tu­ro atrás. Lo que de­ci­de acá –arries­go– es si mon­ta­mos el tiem­po sobre rie­les de co­no­ci­mien­to o sobre rie­les de deseo o vo­lun­tad. Saber o que­rer: that is the ques­tion.

Por ejem­plo, para la cul­tu­ra ay­ma­ra no sa­be­mos (no vemos) lo que está de­trás y no sa­be­mos el fu­tu­ro: por lo tanto, el fu­tu­ro está de­trás; sa­be­mos (vemos) lo que está de­lan­te y sa­be­mos el pa­sa­do: por lo tanto, el pa­sa­do está de­lan­te. Nos mo­ve­mos hacia el fu­tu­ro, pero de es­pal­das, mi­ran­do (co­no­cien­do) el pa­sa­do que te­ne­mos de­lan­te y de cuyos hitos nos vamos ale­jan­do per­ma­nen­te­men­te. Para mi cul­tu­ra, en cam­bio, nos mo­ve­mos hacia el fu­tu­ro de fren­te, de­jan­do a nues­tras es­pal­das el pa­sa­do.
Estas me­tá­fo­ras del tiem­po vie­nen a ser como los asien­tos de al­gu­nos co­lec­ti­vos (en Bue­nos Aires, al menos): están los que miran el venir de las cosas y los que miran el irse. La se­gun­da si­tua­ción, y no la pri­me­ra, me­ta­fo­ri­za no sólo el mo­vi­mien­to del tiem­po, sino sus im­pli­ca­cio­nes gno­seo­ló­gi­cas: el des­co­no­ci­mien­to del fu­tu­ro y el co­no­ci­mien­to del pa­sa­do, como le pasa al que viaja en uno de esos asien­tos que miran para atrás.
Lo que im­por­ta ya no es lo que ig­no­ra­mos o co­no­ce­mos, sino lo que po­de­mos es­pe­rar (viene) o bus­car (vamos) y lo que no (ya sea por­que llegó o lo al­can­za­mos o por­que pasó la opor­tu­ni­dad para). En un caso, el fu­tu­ro es el tiem­po de lo des­co­no­ci­do por co­no­cer; en el otro, el tiem­po de lo desea­do o per­se­gui­do: metas, ob­je­ti­vos, pro­pó­si­tos, fines, etc. (todas cosas que con­vie­ne tener a la vista si vamos a pro­bar pun­te­ría o a avan­zar hacia ellas). En un caso se flota a la de­ri­va, se sigue la co­rrien­te, que corre de lo des­co­no­ci­do a lo co­no­ci­do, y se re­gis­tran las no­ve­da­des que va de­pa­ran­do el viaje; en el otro se na­ve­ga hacia un des­tino y se agen­dan in­ten­cio­nes. En un caso somos re­co­lec­to­res; en el otro, agri­cul­to­res (pla­nea­mos) o ca­za­do­res (per­se­gui­mos).

3.3 Arri­ba y abajo

Las úl­ti­mas di­rec­cio­nes del elen­co 3D son las 2 ver­ti­ca­les. Las in­tro­duz­co con 2 ejem­plos de sen­das cla­ses de asom­bro. Un asom­bro por ac­ción es, por ejem­plo, asom­brar­se de que en otra cul­tu­ra se ponga al fu­tu­ro atrás en vez de ade­lan­te o a la iz­quier­da en vez de a la de­re­cha (o al revés, para com­ple­tar los ejem­plos). Un asom­bro por omi­sión es asom­brar­se por­que te cae la ficha de que arri­ba o abajo no son po­si­cio­nes donde las cul­tu­ras sue­lan poner el fu­tu­ro.
Es un eje poco o nada usado para re­pre­sen­tar al tiem­po flu­yen­do. O al menos para ha­cer­lo es­pon­tá­nea­men­te, por pro­pia ini­cia­ti­va. Por­que si me pre­gun­tás te puedo decir si para mí el tiem­po va para arri­ba o para abajo, pero si me dejás ele­gir te voy a decir, por ejem­plo, que va para ade­lan­te (si estoy en medio de un es­pa­cio 3D) o para la de­re­cha (si estoy fren­te a un es­pa­cio 2D, como una hoja). E in­clu­so quie­nes lo ven ir para atrás o para la iz­quier­da se­gu­ra­men­te pre­fe­ri­rán uno de estos dos ejes para verlo mo­ver­se, y no el de arri­ba-abajo.
Qui­zás es esta falta de há­bi­to y prác­ti­ca lo que hace que acá no haya, den­tro de una misma cul­tu­ra, una di­rec­ción uná­ni­me, obvia, como en los ca­rri­les la­te­ral y lon­gi­tu­di­nal. Va de nuevo: las pre­fe­ren­cias por un fu­tu­ro ele­va­do o por uno pro­fun­do están re­par­ti­das, cosa que no pasa con un fu­tu­ro fron­tal o uno dies­tro (que más que pre­fe­ri­dos son inad­ver­ti­da­men­te obli­ga­to­rios: saben a na­tu­ra­les). ¿Qué tan re­par­ti­das? Lo ig­no­ro. Una en­cues­ta po­dría apor­tar datos, si no fuera por­que va a que­dar todo en 0%:*

Jue­ves 1 de junio de 2017. Acaba de ce­rrar la en­cues­ta. Juro que ese voto no fue mío.



Diez veces más res­pues­tas ob­tu­ve pre­gun­tán­do­le a un grupo de es­tu­dian­tes de un tra­duc­to­ra­do de in­glés; 5 pu­sie­ron el fu­tu­ro arri­ba y 5 abajo:



Como las res­pues­tas fue­ron anó­ni­mas, grá­fi­cas y por es­cri­to, me perdí, al igual que en la en­cues­ta de arri­ba, algo que apa­re­ce en las res­pues­tas que char­lan­do me dan amig@​s y co­no­cid@s: las de­li­be­ra­cio­nes y va­ci­la­cio­nes pre­vias; la in­se­gu­ri­dad sobre la op­ción ele­gi­da; la ne­ce­si­dad de jus­ti­fi­car­la, de con­tar qué cri­te­rio se usó, qué razón se tuvo, etc.
Di­ga­mos lo obvio. Las pre­fe­ren­cias por un fu­tu­ro arri­ba o por un fu­tu­ro abajo pue­den estar re­par­ti­das por igual o con al­gu­na de las dos do­mi­nan­do (aun­que no tanto como para ge­ne­rar la norma que de­ci­da la nor­ma­li­dad del caso, como hace la ubi­ca­ción iz­quier­da del fu­tu­ro para el caso árabe de un flujo ho­ri­zon­tal, por ejem­plo). Antes de que es­tu­dios más se­rios nos tiren la posta (que sos­pe­cho es con el fu­tu­ro arri­ba, al menos en nues­tra cul­tu­ra), avan­zo un cen­tí­me­tro sobre esa ob­vie­dad: la pa­ri­dad y 2 vic­to­rias son los 3 re­sul­ta­dos que puede tener la pul­sea­da entre cri­te­rios para ele­gir.
Los mis­mos u otros es­tu­dios más se­rios po­drían in­ven­ta­riar todos los cri­te­rios que ri­va­li­zan en cada ca­rril para darle una di­rec­ción al tiem­po; más aún: tam­bién po­drían ver pa­tro­nes en los con­tac­tos se­mán­ti­cos que se pro­duz­can entre los cri­te­rios. Pero como acá no somos se­rios, to­me­mos tres de esos con­ten­dien­tes. Con uno po­ne­mos el fu­tu­ro abajo por­que así lee­mos (y es­cri­bi­mos) una su­per­fi­cie (una pá­gi­na, una hoja, etc.); el fu­tu­ro de lo que vamos le­yen­do o es­cri­bien­do está abajo, de­lan­te de nues­tro avan­ce. Con los otros dos cri­te­rios po­ne­mos el fu­tu­ro arri­ba por­que ahora es uno el que viaja, no su mi­ra­da, o por­que abajo tiene mala fama.
De­mo­ré­mo­nos un poco con estas dos ra­zo­nes para ubi­car el fu­tu­ro arri­ba (con­signo otra es­cu­cha­da, que no voy a in­cluir en esta de­mo­ra: la "ver­ti­ca­li­za­ción" de un fu­tu­ro ubi­ca­do ade­lan­te da un fu­tu­ro arri­ba, como en las Fiam­ba­lá, Ca­ta­mar­ca, Ar­gen­ti­na, 13-1-2010.fle­chas de via­li­dad).
La pri­me­ra razón se re­fie­re al bie­nes­tar del na­ve­gan­te. No sólo vemos al tiem­po mo­vién­do­se; tam­bién nos vemos mo­vién­do­nos con él. Si te­ne­mos que ele­gir entre ele­var­nos e in­ter­nar­nos en pro­fun­di­da­des oceá­ni­cas o es­pe­leo­ló­gi­cas, pro­ba­ble­men­te ele­gi­re­mos la op­ción que a nues­tra ima­gi­na­ción le re­sul­te menos claus­tro­fó­bi­ca.
La se­gun­da razón para la pre­fe­ren­cia por un flujo as­cen­den­te se re­fie­re a la fama que tiene cada po­si­ción. Es cier­to que todas pue­den estar con­no­ta­das, po­si­ti­va o ne­ga­ti­va­men­te: en mi cul­tu­ra, es de há­bi­les ser dies­tro y lo si­nies­tro desa­so­sie­ga (pintó Freud); si te dan la de­re­cha te dan un OK y hacer algo por iz­quier­da es ile­gal; y es bueno ir para ade­lan­te: re­tro­ce­der, jamás.
Pero me pa­re­ce –pero puedo estar en­ga­ñán­do­me– que las po­si­cio­nes arri­ba y abajo están más car­ga­das que las otras. Abajo es lo malo: el in­fierno, la os­cu­ri­dad, la con­fu­sión, la des­apro­ba­ción del pul­gar, el cas­ti­go, la muer­te... y no sigo por­que es un bajón. Arri­ba es lo bueno: el cielo, la luz, la ver­dad, la apro­ba­ción del pul­gar, el pre­mio, la vida y alta llan­ta, todo re top.
Así como el fu­tu­ro fí­si­co es más alea­to­rio que el pa­sa­do, el fu­tu­ro aními­co es –o desea­mos que sea– más alto. Abun­dan las aren­gas en esa di­rec­ción:
    —¡Pum para arri­ba!
    —¡Arri­ba ese ánimo!
    🎼 "Sube por la la­de­ra, pe­re­grino,
    hasta la cum­bre de tu ele­va­ción" ♫ (otra so­bre­do­sis hip­pie, pero de al­tu­ra); etc.
Un mo­ti­va­dor le diría a un des­ga­na­do lo mismo que Jesús le dijo a Lá­za­ro: "Le­ván­ta­te y anda". O sea: mo­ve­te hacia arri­ba y hacia ade­lan­te. Se dan jun­tas dos me­tá­fo­ras al­ter­na­ti­vas –un des­pe­gue y un em­pu­je– de la vi­ta­li­dad que se ne­ce­si­ta para hacer algo en vez de nada. Si te quie­ro ins­tar a ser po­si­ti­vo, a po­ner­te las pilas (en de­fi­ni­ti­va, a ac­ti­var las ganas y/o la vo­lun­tad), o te insto a ele­var­te o te insto a avan­zar ("Pa' trás, ni pa' tomar im­pul­so"), que son las dos cosas que Jesús le or­de­na a Lá­za­ro (que re­su­ci­ta obe­de­cien­do).
Qué des­tino de viaje pre­fe­rir pa­re­ce obvio, pero por las dudas lo digo así: puede que esas con­no­ta­cio­nes con­tri­bu­yan a que eli­ja­mos ima­gi­nar el fu­tu­ro arri­ba. Hazte la fama y écha­te a subir.

3.3.1 El in­su­mo tiem­po: el fu­tu­ro abajo

Que la ver­ti­cal sea la co­rrien­te menos –o nada– usada para poner a fluir el tiem­po no sig­ni­fi­ca que no sea usada (o esté im­pli­ca­da) en el di­se­ño de otras cosas. O en la ma­ne­ra de lla­mar­las: ha­blar de un as­cen­sor (o ele­va­dor) es pri­vi­le­giar una de las dos metas que puede tener ese subiba­ja en 90°, la que ubica el fu­tu­ro del viaje arri­ba. El tiem­po pasó de ser algo a de­fi­nir o gra­fi­car a ser un in­su­mo de otra cosa.
Agre­go otros 2 ejem­plos de orien­ta­ción im­plí­ci­ta en el di­se­ño. Para el pri­me­ro vuel­ve a de­ci­dir la di­rec­ción con que lee­mos y es­cri­bi­mos, que es doble: ade­más de iz­quier­da a de­re­cha o de de­re­cha a iz­quier­da en el ren­glón, de arri­ba abajo o de abajo arri­ba en la pá­gi­na (im­pre­sa o vir­tual). En las cul­tu­ras donde es­cri­bi­mos y lee­mos de arri­ba abajo, el pa­sa­do está arri­ba (por ahí em­pe­za­mos, por ejem­plo, una cro­no­lo­gía bio­grá­fi­ca, si no la ha­ce­mos re­gre­si­va) y el fu­tu­ro –o su vís­pe­ra, el pre­sen­te– está abajo.
La misma dis­tri­bu­ción (es decir, la misma di­rec­ción) tiene la es­pa­cia­li­za­ción a lo rollo que to­da­vía se hace en al­gu­nos li­bros: "como di­ji­mos más arri­ba" (o "cfr. supra/infra Cap. 69"), es­cri­be a veces el "in­fras­cri­to".
Habrá que ver si la es­pa­cia­li­dad del libro en las pan­ta­llas podrá durar lo que la es­pa­cia­li­dad del rollo en los li­bros. Mi im­pre­sión es que la me­tá­fo­ra ma­rí­ti­mo-to­po­ló­gi­co-li­bres­ca (?) de "na­ve­gar" un "sitio" web pa­san­do de "pá­gi­na" nace y vive en la tran­si­ción ge­ne­ra­cio­nal entre una época analó­gi­ca y otra di­gi­tal. Cuan­to más lejos esté tu ge­ne­ra­ción de esa tran­si­ción y de las ne­ce­si­da­des me­ta­fó­ri­cas (con­cep­tua­li­za­do­ras) de las ge­ne­ra­cio­nes que la atra­ve­sa­ron, menos tuya –más pres­cin­di­ble– te re­sul­ta­rá esa ma­ne­ra de pen­sar un es­pa­cio tan dis­tin­to al im­pre­so.

3.3.2 El in­su­mo tiem­po: el fu­tu­ro arri­ba

Para el se­gun­do ejem­plo, en la otra di­rec­ción ver­ti­cal, está el api­la­mien­to que hace un blog (o un mi­cro­blog­ging como Twit­ter, que no tiene pá­gi­nas). Al api­lar posts (o tuits) los or­de­na­mos del más re­cien­te al más an­ti­guo: el fu­tu­ro arri­ba, el pa­sa­do abajo. Ima­gino que es la co­mo­di­dad de tener lo úl­ti­mo a mano lo que nos hace pre­fe­rir api­lar; ima­gi­na­te si la en­tra­da nueva la tu­vie­ras que ir a bus­car siem­pre al fondo de todo.

Antes de su­perar el alto de la "pá­gi­na", la pila se re­co­rre de arri­ba (fu­tu­ro) abajo (pa­sa­do) –o sea, en sen­ti­do in­ver­so al que crece. Des­pués de su­perar­lo, la pila se corta en dos o más sec­cio­nes, que una me­tá­fo­ra li­bres­ca llamó "pá­gi­nas" y de­ci­dió cómo re­co­rrer­las: tal cual se las pasa al leer un libro, que en al menos dos cul­tu­ras es igual a como se es­cri­be y se lee un ren­glón. Salvo que es­te­mos en una plan­ti­lla "in­fi­ni­te scro­lling" (o en Twit­ter), las sec­cio­nes de pila no son api­la­das: son ali­nea­das hacia la de­re­cha (como en este blog) o hacia la iz­quier­da (como en un blog árabe).
En­ton­ces, al pasar de pá­gi­na con la barra de na­ve­ga­ción avan­za­mos hacia el pa­sa­do (des­cen­de­mos en la pila con "Pá­gi­na si­guien­te", aka "En­tra­das an­ti­guas") o re­tro­ce­de­mos hacia el fu­tu­ro (as­cen­de­mos en la pila con "Pá­gi­na an­te­rior", aka "En­tra­das más re­cien­tes"). Esto vale, mí­ni­mo, para la cul­tu­ra árabe y la crio­lla; la única di­fe­ren­cia es que no­so­tros avan­za­mos hacia la de­re­cha y ellos hacia la iz­quier­da. Pero in­sis­to: en razón de que re­co­rre­mos la pila en sen­ti­do in­ver­so al que crece, en ambos casos avan­za­mos hacia el pa­sa­do (hacia abajo en la pila) y re­tro­ce­de­mos hacia el fu­tu­ro (hacia arri­ba). Algo así:

· en este blog:
              

· en un blog árabe:
              

Si se com­bi­na­ran la cir­cu­la­ción ver­ti­cal oc­ci­den­tal y la ho­ri­zon­tal árabe, ha­bría un flujo cuyo avan­ce (un des­li­za­mien­to hacia la iz­quier­da) sería un avan­ce (un as­cen­so) en la cro­no­lo­gía y otro flujo cuyo re­tro­ce­so la­te­ral (hacia la de­re­cha) sería un re­tro­ce­so cro­no­ló­gi­co (un des­cen­so en la pila). O sea, el sen­ti­do en que crece la pila y el sen­ti­do en que se la re­co­rre se­rían igua­les.
La misma coin­ci­den­cia de sen­ti­dos ha­bría re­co­rrien­do pá­gi­nas de co­men­ta­rios, si en vez a api­lar­se se fue­ran agre­gan­do abajo (como en este blog) y cada tan­tos se agre­ga­se una pá­gi­na. Avan­za­ría­mos (des­cen­dien­do en la pá­gi­na y la­te­ra­li­zan­do entre pá­gi­nas) en el mismo sen­ti­do en que cre­cen los co­men­ta­rios: avan­za­ría­mos hacia el fu­tu­ro.
Pero por muy ra­zo­na­ble que suene eso, lo cier­to es que, a par­tir de cier­ta can­ti­dad, es más prác­ti­co ubi­car el co­men­ta­rio nuevo arri­ba, no abajo. En toda pila, sea de en­tra­das o de co­men­ta­rios, arri­ba están las no­ti­cias fres­cas y abajo el ar­chi­vo.
Con la no­ve­dad arri­ba, li­bri­fi­car un blog re­quie­re pu­bli­car al revés de como se va a leer: si que­rés hacer de cada post el ca­pí­tu­lo de una obra, para que te que­den or­de­na­dos (Ca­pí­tu­lo I, II, III...) el mayor lo tenés que pu­bli­car pri­me­ro y el menor úl­ti­mo (como hizo Anto en su no­ve­la Más gran­de que El Globo).

4. Epí­lo­go: el fu­tu­ro y lo even­tual

Lo re­cien­te es lo más cer­cano que po­de­mos estar del pre­sen­te, de tan fugaz que es. Todo lo que hay acá (todo lo que está pre­sen­te) es pa­sa­do: hay un en­sa­yo que es el úl­ti­mo y lo si­guen de­ba­jo los otros. El fu­tu­ro es even­tual, nunca real: es el pró­xi­mo en­sa­yo que pu­bli­que, que to­da­vía (31-05-2017) no exis­te.

Cua­dro de San­tia­go De Paoli

Como vos, yo y cual­quie­ra, el blog mo­ri­rá cuan­do ya no tenga más fu­tu­ro: cuan­do ya no haya nin­gún en­sa­yo pen­dien­te so­bre­vo­lan­do la línea de flo­ta­ción (que tiene de ancho la bre­cha entre la fecha ac­tual y la del úl­ti­mo en­sa­yo pu­bli­ca­do; de­ba­jo em­pie­zan las pro­fun­di­da­des del pa­sa­do).

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