1.
En general, el conocer y el desconocer una cosa están en relación disyuntiva:
— el Zambullista (@Zambullista) December 6, 2019
—Saber o no saber, esa es la cuestión.
Pero hay casos en que pueden estar en una relación de conjunción. Dos, si el orden importa:
“Sé y no sé X” (sé lo que no sé)
y
“No sé y sé X” (no sé lo que sé).
O son meros contrasentidos o tienen un sentido no literal.
— el Zambullista (@Zambullista) December 6, 2019
Empiezo por el 2º caso.
No diría que podemos ignorar lo que sabemos, pero sí lo que tenemos, lo que llevamos:
🎶 El burrito del teniente
lleva carga y no la siente. 🎵
Se lo apura cantándole en loop hasta que la sienta.
Con la canción, el burrito pasa de no saber a saber que lleva carga; le falta saber (sentir) dónde y cuál, y el coro no deja de recordárselo.
— el Zambullista (@Zambullista) December 6, 2019
El burrito es enterado de una ignorancia; la diversión es verlo fracasar en su búsqueda, cada vez más ansiosa, y festejarlo cantando.
2.
Toma 1 Conocer nuestra ignorancia es estar al tanto de las respuestas que nos faltan, de nuestros huecos de saber. Fuera de nuestro universo de preguntas están las ignorancias que no podemos conocer. No podemos oír respuestas a preguntas que nunca nos hicimos; hay demasiada novedad ahí.
— el Zambullista (@Zambullista) December 2, 2019
Toma 2 Conocer nuestra ignorancia, cuando significa algo, significa conocer los saberes pendientes, las respuestas no listas a preguntas ya hechas. No significa (no puede significar) conocer lo que no conocemos ni sospechamos que no conocemos: respuestas a preguntas que ni imaginamos.
— el Zambullista (@Zambullista) 17 de abril de 2018
Podés sospechar/intuir que hay ignorancias que ni sospechamos/intuimos, pero no podés conocerlas. Lo más razonable es que existan, e incluso que abunden, que sean la inmensa mayoría. Pero de ahí a que las conozcamos hay un abismo, que sólo se cruza cuando se corre un horizonte.
— el Zambullista (@Zambullista) 29 de mayo de 2019
Una ignorancia, la que podemos conocer, está de este lado de nuestro horizonte de expectativas; la otra, del otro, y por eso no la podemos conocer. Ahí sí "conocer nuestra ignorancia" suena al contrasentido de señalar un punto oscuro con un haz de luz. Hay una ilusión de sentido.
— el Zambullista (@Zambullista) 17 de abril de 2018
3.
Si algo hay de este lado de ese horizonte son expectativas de sentido. Cuando esas expectativas se satisfacen jugando limpio, el sentido no es tan ilusorio (si siempre lo es en algún grado); cuando se satisfacen con un pase de mano, sí. Y más aún con contradicciones. Ilusión #2.
— el Zambullista (@Zambullista) 12 de enero de 2019
Los créditos que las contradicciones pierden por inverosímiles los compensan (¿y sobrecompensan?) con los que ganan por deseables. Conservamos expectativas de sentido haciendo la vista gorda ante flagrantes sinsentidos. Y la utopía de ese deseo es la desmentida de un imposible.
— el Zambullista (@Zambullista) November 30, 2019
No "difícil": imposible, lógicamente imposible: contradictorio, inconsistente: sin sentido. Ergo, desmentir algo así, verlo realizado pese a todo, redime un sinsentido, lo rescata de la imposibilidad. Tiene épica la (ilusión de) transgresión del principio de no contradicción.
— el Zambullista (@Zambullista) November 30, 2019
No sé si esa ilusión está hecha también con ambiciones, pero es una fantasía de poder. Y de uno que es el premio mayor, porque se supone que nadie lo puede tener, que es imposible perpetrar una contradicción porque afecta al sentido, insumo básico de cualquier relato o retrato.
— el Zambullista (@Zambullista) November 30, 2019
4.
Hay que aprender a no saber.
— el Zambullista (@Zambullista) December 1, 2018