Los transfinitos (Capítulo 2: El Teorema de Cantor)



Ta­ma­ños in­fi­ni­tos de­sigua­les:
el in­fi­ni­to XL



1. De con­jun­tos, se­lec­cio­nes y sub­con­jun­tos

   Po­de­mos se­lec­cio­nar los miem­bros de un con­jun­to de a 1, de a 2, de a 3, etc; po­de­mos se­lec­cio­nar­los, en ge­ne­ral, hasta de a n (sien­do n el nú­me­ro total de miem­bros que tiene el con­jun­to). Cada una de estas se­lec­cio­nes forma un con­jun­to que está in­clui­do en aquel al que per­te­ne­cen los miem­bros se­lec­cio­na­dos; se trata, por lo tanto, de un sub­con­jun­to suyo. Luego, un con­jun­to A1 es un sub­con­jun­to de un con­jun­to A si todos sus miem­bros son tam­bién miem­bros del con­jun­to A. Así de sim­ple, pero así de re­le­van­te al mo­men­to de com­pa­rar ta­ma­ños. Antes, enu­me­re­mos los tipos de sub­con­jun­tos que puede haber (más uno que no):
       1) La al­ter­na­ti­va de se­lec­cio­nar los miem­bros de a 1 hace que con cada uno de ellos se pueda hacer un sub­con­jun­to; sien­do así, la can­ti­dad de sub­con­jun­tos uni­ta­rios que puede tener un con­jun­to es igual a la can­ti­dad de sus miem­bros.
       2) Mien­tras no po­da­mos se­lec­cio­nar miem­bros de a más de los que hay, no podrá haber un sub­con­jun­to que sea mayor que el con­junto.
       3) Como po­de­mos se­lec­cio­nar de a tan­tos como hay, sí puede haber un sub­con­jun­to (y sólo uno) de igual ta­ma­ño —y com­po­si­ción— que el con­junto; se dice en­ton­ces que to­do con­jun­to es sub­con­jun­to de sí mismo (o sea, está in­clui­do en sí mismo, ya que todos los miem­bros de la se­lec­ción má­xi­ma son miem­bros a su vez del con­jun­to sobre el que se la rea­li­za).
       4) La abs­ten­ción de toda se­lec­ción tam­bién forma un con­jun­to: el con­jun­to vacío, Ø, donde no hay miem­bros se­lec­cio­na­dos. Como esa abs­ten­ción es po­si­ble en todos los ca­sos, el con­jun­to vacío es sub­con­jun­to de cual­quier con­jun­to.


2. Menú de pos­tres (con­jun­to) y menú de com­bos (con­jun­to po­ten­cia)

   Su­pon­ga­mos que he al­mor­za­do y llega el mo­men­to del pos­tre. El res­tau­ran­te del Hotel Hil­bert es mo­des­to: el menú sólo in­clu­ye flan, he­la­do y torta. Mis op­cio­nes no son mis­te­rio­sas: puedo ele­gir uno de esos pos­tres, al­gu­nos, todos o nin­guno.
   Se suele lla­mar “combo” a una com­bi­na­ción plu­ral (ni uni­ta­ria ni vacía) de los items de un menú, ar­ma­da para hacer (o fin­gir) una ofer­ta. Pa­san­do por alto esta mo­ti­va­ción co­mer­cial y aquel re­qui­si­to car­di­nal (¿qué sen­ti­do prác­ti­co puede te­ner hacer un combo uni­ta­rio o uno vacío?), ge­ne­ra­li­ce­mos y lla­me­mos “combo” a cual­quier se­lec­ción de ele­men­tos de un menú. Cual­quie­ra: desde la se­lec­ción ex­haus­ti­va, que no re­nun­cia a nin­guno (el combo mide lo que el menú), hasta la que re­nun­cia a todos (0) o a todos menos uno (1), pa­san­do por las plu­ra­les que hay entre 1 (uno) y todo.
   En­ton­ces: el menú con­sis­te en un con­jun­to de pos­tres; un combo, en un con­jun­to in­te­gra­do por al menos uno de esos pos­­tres (uno, al­gu­nos o todos) o por nin­guno. Cada pos­tre del menú tiene sólo dos al­ter­na­ti­vas en re­la­ción con un combo: fi­gu­rar o no en él, in­te­grar­lo o no. En tér­mi­nos con­jun­tis­tas, cada miem­bro de un con­jun­to tiene dos al­ter­na­ti­vas en re­la­ción con cada sub­con­jun­to: per­tenecer o no a él.
   ¿Y ante cuán­tos com­bos cada ele­men­to le­van­ta­rá una ca­la­ve­ra y re­ci­ta­rá: “Estar o no estar: esa es la cues­tión”? El nú­me­ro de com­bos es una re­la­ción entre el nú­me­ro de al­ter­na­ti­vas que tiene un pos­tre en un combo y el nú­me­ro de pos­tres que ofre­ce el menú: 23 = 8 com­bos u op­cio­nes de com­bi­na­ción, en nues­tro ejem­plo; y ge­ne­ra­li­zan­do, un con­jun­to de n miem­bros ten­drá 2n sub­con­jun­tos. Al con­jun­to cuyos miem­bros son los sub­con­jun­tos de un con­jun­to cual­quie­ra A se lo llama con­jun­to po­ten­cia de A; en sím­bo­los, P(A).


2.1 Sub­con­jun­to pro­pio

Toma 1

   Cual­quier sub­con­jun­to que no sea el sub­con­jun­to que se­lec­cio­na todos los ele­men­tos dis­po­ni­bles (es decir, cual­quier sub­con­jun­to que no coin­ci­da con la to­ta­li­dad) es un sub­con­jun­to pro­pio del con­jun­to en cues­tión.

Toma 2

   To­dos los ele­men­tos de un sub­con­jun­to pro­pio de A son tam­bién ele­men­tos de A, pero no a la in­ver­sa.

Toma 3

   Debe haber al menos un ele­men­to de A que no sea ele­men­to del sub­con­jun­to para que éste sea un sub­con­jun­to pro­pio, es decir, para que se trate de un con­jun­to in­clui­do en A que sea di­fe­ren­te de A.

   Una re­la­ción re­cí­pro­ca de in­clu­sión entre dos con­jun­tos —donde todos los miem­bros del pri­me­ro son miem­bros del se­gun­do, y vi­ce­ver­sa— im­pli­ca la iden­ti­dad entre sus miem­bros, lo que a su vez im­pli­ca la iden­ti­dad de los con­jun­tos; no otra es la re­la­ción entre un con­jun­to A y el sub­con­jun­to que se­lec­cio­na todos sus miem­bros.

   Así, un con­jun­to de n miem­bros ten­drá 2n – 1 sub­con­jun­tos pro­pios (el ex­clui­do es el sub­con­jun­to que coin­ci­de con la to­ta­li­dad). Por ejem­plo: los 22 – 1 = 3 sub­con­jun­tos pro­pios del con­jun­to {a, b} son el sub­con­jun­to vacío, Ø; el sub­con­jun­to {a}; y el sub­con­jun­to {b}.


2.2 Tri­co­to­mía

   Un con­jun­to in­fi­ni­to se dis­tin­gue de uno fi­ni­to en que sus miem­bros pue­den co­rre­la­cio­nar­se con los de un sub­con­jun­to pro­pio. Ese era el caso, por ejem­plo, del con­jun­to de los nú­me­ros na­tu­ra­les, co­rre­la­cio­na­do con el de sus cua­dra­dos (n2) o con el de los na­tu­ra­les pares (2 × n). Lo que a un con­jun­to fi­ni­to le está ne­ga­do, a uno in­fi­ni­to lo ca­rac­te­ri­za, lo de­fi­ne.
   La Ley de la Tri­co­to­mía dice que siem­pre se pue­den com­pa­rar dos con­jun­tos por su ta­ma­ño y de­ci­dir si son igua­les o si uno es menor que el otro. ¿Cómo? Para cua­les­quie­ra dos con­jun­tos que com­pa­re­mos, sean fi­ni­tos o in­finitos, serán igua­les si sus miem­bros se pue­den poner en una co­rres­pon­den­cia 1 a 1 (o bi­yec­ción); y uno será menor que el otro si no al­can­za a co­rre­la­cio­nar­se con él y sí con al­guno de sus sub­con­jun­tos pro­pios (que por de­fi­ni­ción son dis­tin­tos que el con­jun­to, por­que son los que no coin­ci­den con la to­ta­li­dad). Ve­re­mos que este será el caso de cual­quier con­jun­to en re­la­ción con su con­jun­to po­ten­cia.


3. Em­pa­re­jan­do pos­tres y com­bos

   Pa­se­mos re­vis­ta a nues­tras ocho po­si­bi­li­da­des (el orden en que apa­re­cen los pos­tres en un combo es in­di­fe­ren­te).
       Puedo ele­gir comer un he­la­do y una torta, o una torta y un flan, o un flan y un he­la­do, o un he­la­do o una torta o un flan.
       Puedo tam­bién no ele­gir nin­gún pos­tre para comer (el con­jun­to vacío es sub­con­jun­to de cual­quier con­jun­to); en el caso de un menú tan mez­quino que no me ofrez­ca pos­tre al­guno para ele­gir (es decir, en el caso del con­jun­to vacío), no tengo otra al­ter­na­ti­va que no ele­gir nin­guno (el con­jun­to vacío es sub­con­jun­to in­clu­so del con­jun­to vacío; de hecho, es su único sub­con­jun­to: 20 = 1).
       Tam­bién puedo ele­gir todos los pos­tres del menú (todo con­jun­to es sub­con­jun­to de sí mismo); en el caso del menú mez­quino re­cién alu­di­do, ele­gir todos los pos­tres equi­val­drá a no con­tar con nin­guno (todo con­jun­to es sub­con­jun­to de sí mismo, in­clu­so el con­jun­to vacío).
   En abre­via­tu­ras, y cada uno de ellos con un apodo pro­pio, los com­bos que se pue­den hacer con nues­tro menú de 3 pos­tres son los si­guien­tes sub­con­jun­tos:
    Ø, “las ganas”;
    {h}, “el frío”;
    {t}, “el chan­cho”;
    {f}, “el mo­ve­di­zo”;
    {h, t}, “el chan­cho frío”;
    {h, f}, “el frío mo­ve­di­zo”;
    {t, f}, “el chan­cho mo­ve­di­zo” (hasta aquí, los sub­con­jun­tos pro­pios);
    y {h, t, f}, “el frío chan­cho mo­ve­di­zo”.

   Como 23 es mayor que 3, es evi­den­te que si qui­sié­ra­mos poner en pa­reja a los pos­tres del menú con los com­bos siem­pre nos que­da­rían 23 – 3 = 5 com­bos suel­tos. Tal vez tam­bién nos re­sul­te evi­den­te que cual­quier nú­me­ro fi­ni­to de pos­tres con­ser­va­rá tanto la su­pe­rio­ri­dad 2n > n como la igual­dad entre 2n–n y el nú­me­ro de com­bos no co­rres­pon­di­dos; la gra­cia es de­mos­trar que estas re­la­cio­nes se con­ser­va­rán tam­bién con un nú­me­ro in­fi­ni­to de pos­tres.

   Em­pe­ce­mos por la de­mos­tra­ción de que la can­ti­dad de sub­con­jun­tos que se pue­den hacer con los miem­bros de un con­jun­to A cual­quie­ra (fi­ni­to o in­fi­ni­to) es mayor que la can­ti­dad de miem­bros del pro­pio con­jun­to; en sím­bo­los, P(A) > A.
   Lo pri­me­ro que con­vie­ne ad­ver­tir es que la can­ti­dad de sub­con­jun­tos no puede ser en nin­gún caso menor que la de ele­men­tos. Con cada ele­men­to de un con­jun­to se puede for­mar un sub­con­jun­to que lo tiene por único miem­bro (es decir, un sub­con­jun­to uni­ta­rio); luego, todo con­jun­to, fi­ni­to o in­fi­ni­to, ten­drá al menos igual nú­me­ro de sub­con­jun­tos que de miem­bros (in­clui­do el con­jun­to vacío, cuyo único sub­con­jun­to no es un sub­con­jun­to uni­ta­rio).

   El con­jun­to de los com­bos uni­ta­rios que se pue­den hacer con el menú de tres pos­tres cons­ti­tu­ye una parte (un sub­con­jun­to pro­pio) del total de com­bos. Y sa­be­mos que una parte de un con­jun­to fi­ni­to no puede tener el mismo nú­me­ro de miem­bros que el con­jun­to, sino uno menor (esa im­po­si­bi­li­dad lo di­fe­ren­cia, su­fi­cien­te­men­te, de un con­jun­to in­fi­ni­to). Por lo tanto, si hay menos com­bos uni­ta­rios que com­bos de un menú fi­ni­to, y si hay tan­tos com­bos uni­ta­rios como pos­tres de cual­quier menú (fi­ni­to o in­fi­ni­to), en­ton­ces hay menos pos­tres que com­bos de un menú fi­ni­to.
   Pero un sub­con­jun­to pro­pio de un con­jun­to in­fi­ni­to sí puede tener el mismo nú­me­ro de miem­bros que el con­jun­to, como ocu­rre entre los na­tu­ra­les y los na­tu­ra­les pares (esa po­si­bi­li­dad lo di­fe­ren­cia, su­fi­cien­te­men­te, de un con­jun­to fi­ni­to, donde la parte nunca puede ser igual al todo). A prio­ri, nada im­pi­de que lo mismo ocu­rra entre el con­jun­to de los ℵo com­bos uni­ta­rios de un menú de ℵo pos­tres y el con­jun­to de todos los com­bos, uni­ta­rios y no uni­ta­rios.
   Nada lo im­pi­de pero algo lo frus­tra: la de­mos­tra­ción de que 2n es mayor que n aun cuan­do n sea in­fi­ni­to, lo que pres­ta­rá in­di­rec­ta­men­te el ser­vi­cio de de­mos­trar que el nú­me­ro in­fi­ni­to de com­bos (2o) que se pue­den hacer con ℵo pos­tres es mayor que el nú­me­ro in­fi­ni­to de com­bos uni­ta­rios (ℵo). Antes de pasar a la prue­ba, re­cor­de­mos que si el nú­me­ro in­fi­ni­to de com­bos no es igual al nú­me­ro in­fi­ni­to de pos­tres, en­ton­ces debe ser mayor, ya que la exis­ten­cia de tan­tos com­bos uni­ta­rios como pos­tres des­car­ta la po­si­bi­li­dad de que sea menor.


3.1 El combo δ

   Su­pon­ga­mos que, pese a la evi­den­cia, in­ten­ta­mos co­rre­la­cio­nar cada pos­tre de nues­tro menú fi­ni­to con un combo, en la es­pe­ran­za de abar­car­los a todos. Por su­pues­to, la tarea fra­ca­sa en su ter­cer paso, a cinco del final. Una ten­ta­ti­va po­si­ble se vería así:


   Nom­bra­dos por orden de apa­ri­ción, en la co­rre­la­ción han en­tra­do los sub­con­jun­tos “el mo­ve­di­zo”, “el frío mo­ve­di­zo” y “el chan­cho”; los otros cinco se que­da­ron afue­ra.
   Con­cen­tré­mo­nos en las pa­re­jas: de un lado hay 1 pos­tre del menú y del otro hay 1 combo, donde puede haber al menos 1 pos­tre del menú o nin­guno. Sien­do todo lo que hay para ver, nos en­tre­te­ne­mos pen­san­do si un combo tie­ne entre sus pos­tres al pos­tre con el que está aso­cia­do.
   No­ta­mos que no es el caso de la pri­me­ra pa­re­ja: el combo “el mo­ve­di­zo”, for­ma­do por la única se­lec­ción de un flan, no está aso­cia­do a un flan, sino a una torta. La si­tua­ción cam­bia con la se­gun­da pa­re­ja: en el combo “el frío mo­ve­di­zo” se en­cuen­tra el he­la­do, que es el pos­tre con el que está aso­cia­do. La dis­cor­dia re­tor­na con la ter­ce­ra pa­re­ja: el combo “el chan­cho”, cuyo pos­tre so­li­ta­rio es una torta, no está co­rre­la­cio­na­do con la torta del menú, sino con el flan.
   El ejer­ci­cio nos su­gie­re la fór­mu­la de un nuevo combo: el combo de los pos­tres que no in­te­gran el combo con el que están aso­cia­dos; lla­mé­mos­lo δ.

   La letra grie­ga delta se co­rres­pon­de con nues­tra “d”, que es la ini­cial de “di­fe­ren­cia” y de “dia­go­nal”; más ade­lan­te ve­re­mos cómo el sub­con­jun­to δ, cuya for­mu­la­ción im­pli­ca una di­fe­ren­cia res­pec­to de todos los sub­con­jun­tos co­rre­la­cio­na­dos, se ob­tie­ne me­dian­te lo que se co­no­ce como el mé­to­do dia­go­nal de Can­tor.

   Los pos­tres que in­te­gran nues­tro combo δ son, para el caso, la torta y el flan. En tanto con­sis­te en una com­bi­na­ción de pos­tres del menú, se trata de un combo como cual­quier otro. Y si queda al­gu­na duda, bas­ta­rá con se­ña­lar que, ni bien lo ex­pre­sa­mos (a saber: {t, f}), ad­ver­ti­mos que el sub­con­jun­to δ y el sub­con­jun­to “el chan­cho mo­ve­di­zo”, que es uno de los cinco no em­pa­re­ja­dos, tie­nen los mis­mos ele­men­tos; luego, por el prin­ci­pio de ex­ten­sio­na­li­dad, son el mismo con­jun­to. δ no forma un nuevo combo; iden­ti­fi­ca uno ya for­ma­do.

   Se llama ex­ten­sión de un con­jun­to a las cosas que caen bajo la pro­pie­dad que de­fi­ne al con­jun­to, que de ese modo acre­di­tan su mem­bre­sía. El prin­ci­pio de ex­ten­sio­na­li­dad dice sim­ple­men­te que dos con­jun­tos con la misma ex­ten­sión (y se su­po­ne, si no se quie­re ser tau­to­ló­gi­co, con di­fe­ren­tes pro­pie­da­des de­fi­ni­to­rias) son el mismo con­jun­to.
   El con­jun­to de los trián­gu­los y el con­jun­to de los po­lí­go­nos de 3 lados son el mismo con­jun­to por­que tie­nen los mis­mos miem­bros. Otro tanto puede de­cir­se del con­jun­to de las za­naho­rias con alas y del con­jun­to de los ce­lu­la­res del siglo XIX, si acep­ta­mos que no tener nin­gún miem­bro es tener los mis­mos miem­bros (la misma mem­bre­sía, si se pre­fie­re).
   La di­fe­ren­cia es que entre "trián­gu­los" y "po­lí­go­nos de 3 lados" hay una re­la­ción de de­fi­ni­ción, mien­tras que "los ce­lu­la­res del siglo XIX" no de­fi­ne ni dice nada de "las za­naho­rias con alas", y vi­ce­ver­sa. Aun­que tenga mu­chos nom­bres, hay un solo con­jun­to de trián­gu­los; aun­que sus mu­chos nom­bres no se re­la­cio­nen entre sí, hay un solo con­jun­to vacío.

   Los 2n sub­con­jun­tos de un con­jun­to de n miem­bros pre­exis­ten al plan­teo de si todos ellos pue­den estar en pa­re­ja mo­no­gá­mi­ca con un miem­bro del con­jun­to. Por lo tanto, si cree­mos que siem­pre hay al menos uno que queda afue­ra de la co­rre­la­ción, nues­tro pro­ble­ma será in­di­car cómo iden­ti­fi­car­lo. Y si una vi­si­ta di­vi­na nos hu­bie­ra re­ve­la­do que, efec­ti­va­men­te, hay ahí 2n–n sub­con­jun­tos no co­rre­la­cio­na­dos, nues­tro pro­ble­ma sería en­ton­ces cómo iden­ti­fi­car, cada vez, si­quie­ra uno de esos 2n–n sub­con­jun­tos. Como so­lu­ción a ese pro­ble­ma, Can­tor da con la pro­pie­dad que funda a δ.


3.2 δ y el chan­cho mo­ve­di­zo

   ¿Qué di­fe­ren­cia a las dos de­fi­ni­cio­nes del sub­con­jun­to? La de­fi­ni­ción de “el chan­cho mo­ve­di­zo”, combo del menú com­pues­to por la torta y el flan, no es de­ter­mi­nan­te para que el combo sea uno de los cinco ex­clui­dos de la co­rre­la­ción; la de­fi­ni­ción de δ, combo de los pos­tres que no in­te­gran el combo con el que están aso­cia­dos, sí lo es.

   Si todos los pos­tres del menú in­te­gra­sen el combo al que están aso­cia­dos, la de­fi­ni­ción de δ no per­de­ría su fuer­za de ex­clu­sión: en ese caso, el sub­con­jun­to que se de­mues­tra que no puede par­ti­ci­par de nin­gu­na co­rre­la­ción es el sub­con­jun­to vacío; él sería δ en esas con­di­cio­nes. He aquí un juego de co­rre­la­cio­nes donde su­cede esto:
   t ↔ {t, f}
   h ↔ {t, h}
   f ↔ {h, f}
   El sub­con­jun­to δ de este juego no tiene nin­gún miem­bro: es Ø, “las ganas”, uno de los cinco sub­con­jun­tos ex­clui­dos.

   “El chan­cho mo­ve­di­zo” está sin pa­re­ja en el di­se­ño de co­rre­la­cio­nes que vimos, y puede es­tar­lo en otros, pero no en todos; en cam­bio, δ está sin pa­re­ja en cual­quier di­se­ño y en todos. Por lo tanto, δ puede ser idén­ti­co a cual­quier combo del menú, y lo será in­clu­so antes de ago­tar todos los po­si­bles di­se­ños de co­rre­la­cio­nes, para ser otra vez el ava­tar de al­guno de los ocho. Vea­mos ocho po­si­bles jue­gos de aso­cia­cio­nes, en cada uno de los cua­les δ asume la iden­ti­dad de un combo di­fe­ren­te:




3.3 δ, di­fe­ren­te por de­fi­ni­ción

   Desa­rro­llar 2n jue­gos de co­rre­la­cio­nes entre los n miem­bros de un con­jun­to y al­gu­nos de sus 2n sub­con­jun­tos en nin­gún caso es ne­ce­sa­rio para de­mos­trar que no hay juego en el que se logre la igual­dad nu­mé­ri­ca (la co­rres­pon­den­cia per­fec­ta) entre miem­bros y sub­con­jun­tos.
   Más eco­nó­mi­co, ele­gan­te y con­tun­den­te es aten­der a la de­fi­ni­ción de δ. En razón de la pro­pie­dad o pre­di­ca­do que lo funda, δ es tal que cual­quier sub­con­jun­to S que esté co­rre­la­cio­na­do con un ele­men­to del con­jun­to di­fe­ri­rá de δ en al menos 1 miem­bro, pre­sen­te en δ y au­sen­te en S, o pre­sen­te en S y au­sen­te en δ.
   Si el ras­tri­lla­je lo ha­ce­mos en nues­tro pri­mer juego de co­rre­la­cio­nes, com­pro­ba­re­mos que δ —en este caso, el combo {t, f}— no es (idén­ti­co a) el combo aso­cia­do al pri­mer pos­tre del menú, ya que el combo δ con­tie­ne una torta y el combo exa­mi­na­do —{f}, “el mo­ve­di­zo”—, no. Tam­po­co es el combo aso­cia­do al se­gun­do pos­tre del menú —{h, f}, “el frío mo­ve­di­zo”—, ya que éste con­tie­ne un he­la­do y δ no. Fi­nal­men­te, tam­po­co es el combo aso­cia­do al ter­cer pos­tre —{t}, “el chan­cho”—, del que di­fie­re por­que δ tiene un flan y el otro no.
   Las pre­sen­cias o au­sen­cias que de­ter­mi­nan las di­fe­ren­cias entre el sub­con­jun­to δ y los sub­con­jun­tos lis­ta­dos no son ca­sua­les; re­sultan de la ló­gi­ca in­ter­na de δ, de su pro­pie­dad de­fi­ni­to­ria. La di­fe­ren­cia de δ res­pec­to de cual­quier sub­con­jun­to que se en­cuen­tre en co­rres­pon­den­cia con un miem­bro del con­jun­to es, por lo tanto, ne­ce­sa­ria; está ins­crip­ta en su de­fi­ni­ción.

   La in­fruc­tuo­sa bús­que­da de iden­ti­dad que δ em­pren­de a lo largo de los sub­con­jun­tos em­pa­re­ja­dos, ba­rrién­do­los uno a uno, no está li­mi­ta­da a nin­gún nú­me­ro de ve­ri­fi­ca­cio­nes; esa rueda de re­co­no­ci­mien­to, de fra­ca­so for­zo­so, no tiene un tope de in­te­gran­tes. El sub­con­jun­to δ siem­pre será otro que los em­pa­re­ja­dos, cual­quie­ra sea el nú­me­ro de éstos (es decir, cual­quie­ra sea el nú­me­ro de ele­men­tos, que es, por de­fi­ni­ción, el mismo que el de sub­con­jun­tos em­pa­re­ja­dos).

   Atra­ve­sa­da la re­gión de las pa­re­jas, δ pro­se­gui­rá la bús­que­da de su iden­ti­dad en la re­gión de los sub­con­jun­tos so­li­ta­rios, donde en­con­tra­rá uno del que no di­fe­ri­rá en nin­gún ele­men­to. Si n = 3, δ será uno de los 23 – 3 = 5 sub­con­jun­tos suel­tos; si n = ℵo, δ será uno de los 2o – ℵo = 2o sub­con­jun­tos suel­tos. En vir­tud de esta iden­ti­dad extra­muros y aque­lla di­fe­ren­cia in­tra­mu­ros, fra­ca­sa la pre­ten­sión de co­rre­la­cio­nar todos los sub­con­jun­tos de A con todos los miem­bros de A.
   Re­ca­pi­tu­le­mos. Por el prin­ci­pio de ex­ten­sio­na­li­dad, δ será (igual a) uno de los sub­con­jun­tos de A (donde A es un con­jun­to cual­quie­ra); por su de­fi­ni­ción, δ será uno de los sub­con­jun­tos no co­rre­la­cio­na­dos con nin­gún ele­men­to de A. De ahí se de­du­ce que el lugar de δ en la lista de sub­con­jun­tos de A es­ta­rá entre el sub­con­jun­to que ocupa el lugar n (ex­clu­si­ve) y el sub­con­jun­to que ocupa el lugar 2n (in­clu­si­ve). Como δ puede ser un sub­con­jun­to cual­quie­ra de los com­pren­di­dos en este in­ter­va­lo, el nú­me­ro de todos ellos (la mag­ni­tud del in­ter­va­lo) es igual a 2n–n para un con­jun­to de n miem­bros; en breve ve­re­mos el caso en que n es in­fi­ni­to.


3.4 δ en una de­mos­tra­ción por el ab­sur­do

   Por mucho que fa­ci­li­te la com­pren­sión del ar­gu­men­to, el ras­tri­lla­je en un juego de co­rre­la­cio­nes que esté en re­pre­sen­ta­ción de todos, que valga por cual­quier juego que pueda ha­cer­se, es pres­cin­di­ble si aten­de­mos un poco mejor a la de­fi­ni­ción de δ. La prue­ba a desa­rro­llar es in­di­rec­ta: una de­mos­tra­ción por el ab­sur­do. Se trata de con­ce­der, a tí­tu­lo de hi­pó­te­sis, que δ está en pa­re­ja con un miem­bro del con­jun­to, y ob­ser­var qué pasa a par­tir de ese su­pues­to. De un im­po­si­ble sólo cabe es­pe­rar un ab­sur­do; si ese no es el caso, es que no era un im­po­si­ble.
   Con­ven­ga­mos en lla­mar m al hi­po­té­ti­co miem­bro de un con­jun­to A co­rre­la­cio­na­do con el sub­con­jun­to δ, que —re­cor­de­mos— es el con­jun­to de los miem­bros de A que no per­te­ne­cen al sub­con­jun­to con el que están co­rre­la­cio­na­dos. El miem­bro m debe o bien per­te­ne­cer o bien no per­te­ne­cer a δ, como cual­quier otro miem­bro de A co­rre­la­cio­na­do con un sub­con­jun­to de A. Pero cual­quie­ra de las dos op­cio­nes (y otra no hay) nos lleva a una con­tra­dic­ción:
       si su­po­ne­mos que m per­te­ne­ce a δ, m es un miem­bro de A que per­te­ne­ce al sub­con­jun­to con el que está co­rre­la­cio­na­do, cir­cuns­tan­cia que lo ex­clu­ye de δ (así, m per­te­ne­ce a δ si y sólo si no per­te­ne­ce a δ);
       si su­po­ne­mos que m no per­te­ne­ce a δ, m es un miem­bro de A que no per­te­ne­ce al sub­con­jun­to con el que está co­rre­la­cio­na­do, cir­cuns­tan­cia que lo in­clu­ye en δ (así, m no per­te­ne­ce a δ si y sólo si per­te­ne­ce a δ).
   ¿Qué hacer? Acep­ta­da la im­pe­ne­tra­bi­li­dad del ab­sur­do, re­tro­ce­de­mos hasta el des­vío que nos con­du­jo al ca­lle­jón sin sa­li­da y de­cla­ra­mos falso el su­pues­to de que hay un ele­men­to de A co­rre­la­cio­na­do con δ. Por lo tanto, la mo­ra­le­ja in­me­dia­ta es que cual­quier ele­men­to de A (re­cor­de­mos que m era un ele­men­to cual­quie­ra de A) fra­ca­sa en co­rre­la­cio­nar­se con δ. La mo­ra­le­ja me­dia­ta es que no puede haber una co­rre­la­ción uno a uno entre todos los ele­men­tos de A y todos los sub­con­jun­tos de A.

   Los ar­gu­men­tos afir­man cosas di­fe­ren­tes y com­ple­men­ta­rias: el pri­me­ro afir­ma que el sub­con­jun­to de A iden­ti­fi­ca­do por δ no está em­pa­re­ja­do (ve­ri­fi­ca­ción heu­rís­ti­ca) ni puede estar em­pa­re­ja­do (co­ro­la­rio de la pro­pie­dad de­fi­ni­to­ria de δ) con nin­gún miem­bro de A; el se­gun­do, que nin­gún miem­bro de A puede estar em­pa­re­ja­do con δ (el otro co­ro­la­rio de la pro­pie­dad de­fi­ni­to­ria de δ).
   Por de­fi­ni­ción, δ, en razón de di­fe­rir de cual­quier sub­con­jun­to em­pa­re­ja­do, no puede estar em­pa­re­ja­do con nin­gún miem­bro de A. Por ab­sur­do, nin­gún miem­bro de A puede estar em­pa­re­ja­do con δ, si no es sien­do y no sien­do a la vez miem­bro de δ.

   Re­su­ma­mos. El Teo­re­ma de Can­tor dice que para todo con­jun­to, fi­ni­to o in­fi­ni­to, la can­ti­dad de sus sub­con­jun­tos es mayor que la de sus miem­bros. Ex­pre­sa­do como una re­la­ción entre con­jun­tos, P(A) > A; ex­pre­sa­do como una re­la­ción arit­mé­ti­ca, 2n > n.

   De ahí se de­du­ce que no puede haber un con­jun­to de ta­ma­ño má­xi­mo (ni, en con­se­cuen­cia, un car­di­nal que ex­pre­se ta­ma­ño ta­ma­ño), ya que, cual­quie­ra sea el que se pos­tu­le, su con­jun­to po­ten­cia será mayor que él: si el pos­tu­lan­te es el con­jun­to po­ten­cia de N, pier­de fren­te a su con­jun­to po­ten­cia: P(P(N)) > P(N); y éste a su vez pier­de fren­te al suyo: P(P(P(N))) > P(P(N)); y así ad in­fi­ni­tum.
   El mismo des­plie­gue sin fin po­dría­mos hacer con los pos­tres, los com­bos de pos­tres, los com­bos de com­bos de pos­tres, los com­bos de com­bos de com­bos de pos­tres, etc.: 3 < 23 = 8 < 28 = 256 < 2256, etc.


3.5 δ y el mé­to­do dia­go­nal

   Para cual­quier juego de co­rre­la­cio­nes que se di­se­ñe, la iden­ti­fi­ca­ción in­fa­li­ble de un combo no co­rre­la­cio­na­do con nin­gún pos­tre puede al­can­zar­se me­dian­te la for­mu­la­ción del combo δ, como vimos re­cién, o me­dian­te lo que se co­no­ce como el mé­to­do dia­go­nal, con el que iden­ti­fi­ca­re­mos el mismo combo des­apa­rea­do que iden­ti­fi­ca δ (en el juego de aso­cia­cio­nes uti­li­za­do, el combo {t, f}). Se trata de otro modo de pre­sen­tar δ.
   Para for­mar el ta­ble­ro sobre el que dis­cu­rri­rá la dia­go­nal, pon­ga­mos pri­me­ro en fila los miem­bros del con­jun­to (los pos­tres del menú) y luego ge­ne­re­mos cada uno de sus sub­con­jun­tos (cada combo) co­lo­can­do una tar­je­ta gris de­ba­jo de un miem­bro si no per­te­ne­ce al sub­con­jun­to y una blan­ca si per­te­ne­ce. La lista de los 23 = 8 sub­con­jun­tos así ob­te­ni­da fi­gu­ra­rá un ta­ble­ro cua­dran­gu­lar de tar­je­tas gri­ses y blan­cas.


   Una vez es­ta­ble­ci­das las co­rres­pon­den­cias po­si­bles entre pos­tres —miem­bros de A— y com­bos —miem­bros de P(A)—, la iden­ti­fi­ca­ción de un combo no apa­rea­do se rea­li­za in­vir­tien­do el color de las tar­je­tas de la dia­go­nal que re­co­rre el ta­ble­ro de NO a SE:
       la pri­me­ra tar­je­ta del combo 1, que es gris, cam­bia a blan­ca (el combo no apa­rea­do ten­drá entre sus pos­tres a la torta);
       la se­gun­da tar­je­ta del combo 2, que es blan­ca, cam­bia a gris (el combo no apa­rea­do no ten­drá entre sus pos­tres al he­la­do);
       la ter­ce­ra tar­je­ta del combo 3, que es gris, cam­bia a blan­ca (el flan per­te­ne­ce­rá al combo no apa­rea­do); etc.
   Si se quie­re ve­ri­fi­car heu­rís­ti­ca­men­te que el combo re­sul­tan­te, {t, f}, no es (idén­ti­co a) nin­guno de los com­bos al­can­za­dos por las co­rre­la­cio­nes con pos­tres, bas­ta­rá com­pa­rar­lo con cada uno de ellos:
       no es el pri­mer combo em­pa­re­ja­do, por­que éste no tiene torta y δ sí;
       no es el se­gun­do combo em­pa­re­ja­do, por­que éste tiene he­la­do y δ no;
       no es el ter­cer combo em­pa­re­ja­do, por­que éste no tiene flan y δ sí.
   La in­ver­sión dia­gonal que se operó es la res­pon­sa­ble de cada una de estas di­fe­ren­cias entre δ y los com­bos aso­cia­dos a pos­tres, como antes lo fue la de­fi­ni­ción de δ, que tuvo el mismo efec­to. La de­fi­ni­ción de δ y el combo ge­ne­ra­do por la in­versión de la dia­go­nal iden­ti­fi­can a uno de los 2n–n com­bos no aso­cia­dos a nin­guno de los n pos­tres del menú (en la lista con­fec­cio­na­da, el combo 6).

   Los ser­vi­cios de per­sua­sión del mé­to­do dia­go­nal y la cons­truc­ción de δ son ex­ce­si­vos para el ar­gu­men­to “2n > n” cuan­do n es igual a 3, como en nues­tro ejem­plo, o a cual­quier otro nú­me­ro na­tu­ral; pero dejan de serlo cuan­do n es ℵo. En todo caso, el mismo ar­gu­men­to que con car­di­na­les fi­ni­tos apun­ta­la una ob­vie­dad que nunca se aflo­jó, con car­di­na­les trans­fi­ni­tos re­ve­la un hecho que aún suele pro­vo­car per­ple­ji­dad: hay un in­fi­ni­to mayor que otro (lo que a su vez im­pli­ca que el «in­fi­ni­to» que nos es más fa­mi­liar, el de los nú­me­ros na­tu­ra­les, es una me­di­da más, y no la au­sen­cia de toda me­di­da).
   Si bien este hecho ya fue de­mos­tra­do con la re­duc­ción al ab­sur­do, no es­ta­rá de más vol­ver a ha­cer­lo lle­van­do a cabo una mera ex­ten­sión de la de­mos­tra­ción que aca­ba­mos de desa­rro­llar en la so­bre­ac­tua­da jus­ti­fi­ca­ción de que el nú­me­ro de com­bos es mayor que el del trío de pos­tres. Con­sis­te en apli­car el mé­to­do dia­go­nal al con­jun­to po­ten­cia —P(N)— del con­jun­to N de los nú­me­ros na­tu­ra­les, como para no andar su­po­nien­do un con­jun­to in­fi­ni­to de pos­tres. En lugar de “t”, “h” y “f”, ten­dre­mos los ele­men­tos “1”, “2”, “3”, “4”, ad in­fi­ni­tum.


4. La lista de Gad­ner y la dia­go­nal de Can­tor

   Una fila per­pe­tua­men­te gris será el sub­con­jun­to vacío. Una de las dos filas con tar­je­tas de co­lo­res al­ter­nos re­pre­sen­ta­rá el sub­conjunto de los na­tu­ra­les pares; la otra, el de los im­pa­res. Los sub­con­jun­tos uni­ta­rios (como {7}, {1.410} ó {2.612}) ten­drán una sola tar­je­ta blan­ca y todas las demás, gri­ses.
   Otros di­vul­ga­do­res usan «SÍ» y «NO» en vez de las tar­je­tas blan­cas y gri­ses que usa Mar­tin Gard­ner (cf. Gard­ner, 1966); a él le cedo la pa­la­bra (la tra­duc­ción me per­te­ne­ce):
   «¿Pue­den los sub­con­jun­tos de este con­jun­to in­fi­ni­to po­ner­se en co­rres­pon­den­cia uno a uno con los en­te­ros car­di­na­les? Su­pón­ga­se que pue­den. Sim­bo­lí­ce­se cada sub­con­jun­to con una hi­le­ra de tar­je­tas, como antes, sólo que ahora cada hi­le­ra con­ti­núa in­ter­mi­na­ble­men­te hacia la de­re­cha. Ima­gí­ne­se estas hi­le­ras in­fi­ni­tas lis­ta­das en un orden cual­quie­ra y nu­me­ra­das 1, 2, 3,... de arri­ba abajo.


   Si con­ti­nua­mos for­man­do tales hi­le­ras, ¿com­pren­de­rá even­tual­men­te la lista a todos los sub­con­jun­tos? No, por­que hay un nú­me­ro in­fi­ni­to de modos de pro­du­cir un sub­con­jun­to que no pueda estar en la lista. El modo más sim­ple con­sis­te en con­si­de­rar el con­jun­to dia­go­nal de tar­je­tas in­di­ca­do por la fle­cha y su­po­ner en­ton­ces que se da vuel­ta cada tar­je­ta a lo largo de esta dia­go­nal (es decir, todas las tar­je­tas que están boca abajo se ponen boca arri­ba, todas las tar­je­tas que están boca arri­ba se ponen boca abajo). El nuevo con­jun­to dia­gonal no puede ser el pri­mer sub­con­jun­to por­que su pri­me­ra tar­je­ta di­fie­re de la pri­me­ra tar­je­ta del sub­con­jun­to 1. No puede ser el se­gun­do sub­con­jun­to por­que su se­gun­da tar­je­ta di­fie­re de la se­gun­da tar­je­ta del sub­con­jun­to 2. En ge­ne­ral, no puede ser el n‑ésimo sub­con­jun­to por­que su n‑ési­ma tar­je­ta di­fie­re de la n‑ésima tar­je­ta del sub­con­jun­to n. Dado que hemos pro­du­ci­do un sub­con­jun­to que no puede estar en la lista, aun cuan­do la lista es in­fi­ni­ta, nos vemos for­za­dos a con­cluir que la su­po­si­ción ori­gi­nal es falsa. [...] Esta prue­ba mues­tra que se­me­jan­te con­jun­to no puede co­rres­pon­der uno a uno con los en­te­ros car­di­na­les.»

   En re­su­men, los nú­me­ros “1, 2, 3, 4,...”, sien­do in­fi­ni­tos, no al­can­zan para nu­me­rar a todos los sub­con­jun­tos de N: el mé­to­do dia­go­nal de­mues­tra la exis­ten­cia de al menos 1 sub­con­jun­to que no está en la lista. Y de nada ser­vi­ría hacer una nueva in­cor­po­ran­do al sub­con­jun­to que re­sul­tó de la in­ver­sión dia­go­nal, ya que una nueva apli­ca­ción del mé­to­do vol­ve­ría a arro­jar (a iden­ti­fi­car) un sub­con­jun­to no nu­me­ra­do.
   En razón de esa in­su­fi­cien­cia de na­tu­ra­les, se dice que el con­jun­to de los sub­con­jun­tos de N (el con­jun­to po­ten­cia de N) es un con­jun­to in­fi­ni­to no nu­me­ra­ble; luego, su in­fi­ni­tud es mayor.


4.1 Lista de sub­con­jun­tos que no están en la lista de Gard­ner.

   Sa­bía­mos que si N medía ℵo, P(N) medía 2o. Lo que no sa­bía­mos, y Can­tor de­mos­tró con la dia­go­nal, es que la se­gun­da me­di­da es mayor que la pri­me­ra. Con­je­tu­ró tam­bién (no lo de­mos­tró; el pro­ble­ma sigue abier­to) que es in­me­dia­ta­men­te mayor, que es el en­te­ro trans­fi­ni­to que sigue al en­te­ro trans­fi­ni­to ℵo en orden de mag­ni­tud cre­cien­te, que 2o = ℵ1. Es la Hi­pó­te­sis del Con­ti­nuo (en re­fe­ren­cia a una recta, que tiene tan­tos pun­tos como nú­me­ros reales hay entre 0 y 1 ─y, por ex­ten­sión, en total─ y como sub­con­jun­tos tiene N, como tam­bién probó Can­tor).
   Pero por ahora no me in­tere­sa ir por ahí. Que­dé­mo­nos en que se ha de­mos­tra­do que 2o > ℵo y P(N) > N, no im­por­ta si me­dia­ta o in­me­dia­ta­men­te. Hay una lista in­fi­ni­ta de sub­con­jun­tos de N (se­lec­cio­nes de nú­me­ros na­tu­ra­les) y Can­tor nos ha mos­tra­do 1 sub­con­jun­to que no está en la lista.
   Si­ga­mos por acá: ¿cuán­tos sub­con­jun­tos de N no están en la lista? Sa­be­mos que en total, entre lis­ta­dos (ℵo) y no lis­ta­dos, hay 2o sub­con­jun­tos de N. Te­ne­mos el re­sul­ta­do; vea­mos la cuen­ta. La pre­gun­ta es cómo se com­po­ne ese total. Antes de in­ten­tar res­pon­der­la, re­cor­de­mos estas ecua­cio­nes de la ar­ti­mé­ti­ca trans­fi­ni­ta (con n fi­ni­to):
    o + n = ℵo
    o + ℵo = ℵo × 2 = ℵo y, en ge­ne­ral, ℵo × n = ℵo
    o × ℵo = ℵo2 = ℵo y, en ge­ne­ral, ℵon = ℵo

   Se han in­ver­ti­do las tar­je­tas de 1 dia­go­nal para ge­ne­rar 1 sub­con­jun­to que no está nu­me­ra­do con algún en­te­ro po­si­ti­vo, de los que hay ℵo. Si ese sub­con­jun­to fuese el único que no está en la lista de los sub­con­jun­tos nu­me­ra­dos, el total de sub­con­jun­tos, entre nu­me­ra­dos y no nu­me­ra­dos, sería ℵo + 1 = ℵo. Des­car­ta­mos, en­ton­ces, que el sub­con­jun­to ob­te­ni­do por la in­ver­sión de la dia­go­nal sea el único que falte nu­me­rar. ¿Cuán­tos fal­tan, en­ton­ces?

   En rigor, po­dría­mos tra­zar e in­ver­tir tan­tas dia­go­na­les como ele­men­tos te­ne­mos para in­cluir o no en un sub­con­jun­to. Todas las dia­go­na­les na­ce­rían de la pri­me­ra hi­le­ra de tar­je­tas, como lo hace la dia­go­nal ya tra­za­da; la se­gun­da dia­go­nal par­ti­ría de la tar­je­ta que in­di­ca la au­sen­cia o pre­sen­cia del ele­men­to “2” en el pri­mer sub­con­jun­to; la ter­ce­ra dia­go­nal par­ti­ría de la ter­ce­ra tar­je­ta y, en ge­ne­ral, la enési­ma dia­go­nal lo haría de la enési­ma tar­je­ta del pri­mer sub­con­jun­to de la lista.


   Así, po­de­mos ge­ne­rar con este mé­to­do ℵo sub­con­jun­tos no nu­me­ra­dos, au­sen­tes en la lista de Gard­ner. Con ellos po­de­mos hacer otra lista, cuyo pri­mer sub­con­jun­to será el cons­trui­do por la pri­me­ra dia­go­nal; el se­gun­do, por la se­gun­da; etc. Las tar­je­tas que fal­tan para com­ple­tar los sub­con­jun­tos a par­tir del se­gun­do de la lista son in­di­fe­ren­tes; bien po­dría con­ve­nir­se que fue­ran todas blan­cas o todas gri­ses. Lo que im­por­ta es que cada uno de los sub­con­jun­tos de esta nueva lista di­fe­ri­rá ne­ce­sa­ria­men­te en al menos un ele­men­to de cada uno de los sub­con­jun­tos de la lista de Gard­ner.


   No­te­mos que si ahora tra­zá­se­mos una dia­go­nal desde el vér­ti­ce su­pe­rior iz­quier­do de esta lista y dié­se­mos vuel­ta sus tar­je­tas, ob­ten­dría­mos el pri­mer sub­con­jun­to nu­me­ra­do de la lista de Gard­ner; del mismo modo, el se­gun­do sub­con­jun­to nu­me­ra­do sería idén­ti­co —desde la se­gun­da po­si­ción— al cons­trui­do aquí por la se­gun­da dia­go­nal in­ver­ti­da, y así con el resto.
   Si se exige que los sub­con­jun­tos cons­trui­dos desde la se­gun­da dia­go­nal de esta lista sean ex­plí­ci­ta­men­te idén­ti­cos, en todas sus po­si­cio­nes, a los sub­con­jun­tos del arre­glo ori­gi­nal, bas­ta­rá con tra­zar en éste dia­go­na­les do­bles o com­pues­tas. Desde la se­gun­da, una dia­go­nal con orien­ta­ción SO-NE se con­ti­nua­rá en otra con orien­ta­ción NO-SE.
   Si exis­te, la otra dia­go­nal sim­ple del cua­dra­do —la pri­me­ra es la dia­go­nal de Can­tor— se traza en el in­fi­ni­to y cruza el arre­glo de SO a NE. ¿Y se cruza con la de Can­tor, que viene de NO a SE? Sí, pero en el in­fi­ni­to, como las pa­ra­le­las. Es la X más pro­ble­má­ti­ca del mundo mun­dial.


   La nueva lista de sub­con­jun­tos au­sen­tes ya no ex­hi­bi­rá lu­ga­res va­cíos ni ne­ce­si­ta­rá una con­ven­ción es­pe­cial para su re­lleno; se verá así:



4.2 Sub­con­jun­tos que no están en la lista de sub­con­jun­tos que no están en la lista de Gard­ner (o 'Hay au­sen­cias más in­fi­ni­tas que otras')

   Si sobre esta lista tra­zá­se­mos ahora las dia­go­na­les do­bles que hi­ci­mos en la pri­me­ra, no ob­ten­dría­mos una ter­ce­ra lista de sub­con­jun­tos de N, sino de nuevo la pri­me­ra. Un dis­po­si­ti­vo es el in­ver­so del otro res­pec­to de este mé­to­do dia­go­nal; en ambos, por lo tanto, hay igual can­ti­dad de hi­le­ras de tar­je­tas (o miem­bros del con­jun­to P(N), o sea, sub­con­jun­tos de N): ℵo hi­le­ras. Y el mismo nú­me­ro de hi­le­ras habrá en la unión de las dos lis­tas: si a la pri­me­ra la lla­ma­mos A y a la se­gun­da B, los sub­con­jun­tos lis­ta­dos de ambas pue­den ser pues­tos en una co­rres­pon­den­cia bi­uní­vo­ca con los nú­me­ros na­tu­ra­les (o dis­tri­bui­dos en una pro­gre­sión, si con­si­de­ra­mos so­la­men­te la fila in­fe­rior y re­cor­da­mos que no hay pro­gre­sión que no sea con­ta­ble, o sea, que no mida ℵo):


   Así, si los sub­con­jun­tos de la lista B fue­sen todos los que no están en la lista ori­gi­na­ria, el total de sub­con­jun­tos de N, entre nu­me­ra­dos y no nu­me­ra­dos, no sería 2o, sino ℵo, ya que ℵo + ℵo = ℵo. Debe haber, en con­se­cuen­cia, 2o sub­con­jun­tos no in­clui­dos en el dis­po­si­ti­vo in­fi­ni­to de Gard­ner.
   Una vez es­ta­ble­ci­do esto, el mismo ar­gu­men­to se puede vol­ver a uti­li­zar para pro­bar que tam­bién hay 2o sub­con­jun­tos fuera de la lista B ade­más de la A: sien­do que hay ℵo sub­con­jun­tos ge­ne­ra­dos por dia­go­na­les, si hu­bie­ra ℵo sub­con­jun­tos no ge­ne­ra­bles por el mé­to­do dia­go­nal, no ha­bría 2o sub­con­jun­tos au­sen­tes de la lista A, sino otra vez ℵo + ℵo = ℵo; y si este fuera el caso, nue­va­men­te nos en­con­tra­ría­mos con que el total de sub­con­jun­tos de N, entre au­sen­tes (ℵo) y pre­sen­tes (ℵo), no sería 2o, sino ℵo.
   Re­su­mien­do: hay 2o sub­con­jun­tos que no están en la lista de Gard­ner, que tiene ℵo sub­con­jun­tos nu­me­ra­dos. De ese total au­sen­te, una parte es nu­me­ra­ble (hay ℵo sub­con­jun­tos que po­de­mos cons­truir con el mé­to­do dia­go­nal: los de la lista B) y otra es no nu­me­ra­ble (hay 2o sub­con­jun­tos que no po­de­mos cons­truir con el mé­to­do dia­go­nal: au­sen­tes de la lista B ade­más de la A). La fór­mu­la que ex­pre­sa esto puede es­cri­bir­se así:
o + (ℵo + 2o) = ℵo + 2o = 2o.
   Re­cor­de­mos que un con­jun­to es in­fi­ni­to si puede po­ner­se en re­la­ción 1 a 1 con un sub­con­jun­to pro­pio. Así como N y su sub­con­jun­to de los na­tu­ra­les im­pa­res son equi­po­ten­tes (ambos tie­nen ℵo miem­bros), tam­bién lo son P(N) y una parte suya (por ejem­plo, aque­lla cuyos miem­bros son los 2o sub­con­jun­tos de N que no están en la lista de Gard­ner). Como se es­pe­ra de una de­fi­ni­ción, la de con­jun­to in­fi­ni­to abar­ca la in­fi­ni­ta je­rar­quía de ta­ma­ños in­fi­ni­tos.
   Re­cor­de­mos tam­bién que un con­jun­to es menor que otro si no puede po­ner­se en re­la­ción 1 a 1 con él y sí con al­guno de sus sub­con­jun­tos pro­pios. El doble re­qui­si­to se cum­ple: N no puede po­ner­se en co­rres­pon­den­cia 1 a 1 con P(N), pero sí con una parte de P(N) (aque­lla cuyos miem­bros son los ℵo sub­con­jun­tos de N que hay en la lista de Gard­ner, por ejem­plo).


5. Otros con­jun­tos in­fi­ni­tos no nu­me­ra­bles

   ¿Qué otros con­jun­tos in­fi­ni­tos son no nu­me­ra­bles? Ha­ga­mos una cuen­ta como la de re­cién, pero con otros tipos de sub­con­jun­tos. Por ejem­plo, hay sub­con­jun­tos fi­ni­tos (los uni­ta­rios, los dúos, los tríos, etc.) e in­fi­ni­tos (el de los pares, el de los im­pa­res, el de los cua­dra­dos, el de todos menos el 1, el de todos menos el 2, etc.).
   En el Ca­pí­tu­lo 1 está la de­mos­tra­ción de que hay ℵon = ℵo se­lec­cio­nes fi­ni­tas de en­te­ros. Mul­ti­pli­car ℵo por sí mismo una can­ti­dad fi­ni­ta de veces no lo hace más gran­de. ¿Y una can­ti­dad in­fi­ni­ta de veces? O sea, ¿cuán­tas se­lec­cio­nes in­fi­ni­tas (cada una de ℵo en­te­ros) se pue­den hacer? Si ge­ne­rar todos los sub­con­jun­tos de 2 en­te­ros es mul­ti­pli­car por sí mismo 2 veces ℵo (ℵo × ℵo = ℵo2), ge­ne­rar todos los sub­con­jun­tos de ℵo en­te­ros es mul­ti­pli­car­lo por sí mismo ℵo veces:
o × ℵo × ℵo × ℵo × ... = ℵoo.
   ¿A qué es igual esta po­ten­cia­ción? Si fuese igual a ℵo, el total de sub­con­jun­tos de N —miem­bros de P(N)—, entre fi­ni­tos e in­fi­ni­tos, no sería 2o, como debe ser, sino ℵo (fi­ni­tos) + ℵo (in­fi­ni­tos) = ℵo sub­con­jun­tos. En­ton­ces: ha­bien­do ℵo sub­con­jun­tos fi­ni­tos, debe haber 2o sub­con­jun­tos in­fi­ni­tos de N: ℵo + 2o = 2o (♫ ...y todas las cuen­tas me sa­lie­ron bien ♫). Y de paso nos en­te­ra­mos que ℵoo = 2o.

   Otro ejem­plo. Sa­be­mos que hay ℵo nú­me­ros na­tu­ra­les; ℵo en­te­ros (po­si­ti­vos y ne­ga­ti­vos); ℵo frac­cio­na­rios; luego, ℵo ra­cio­na­les (en­te­ros + frac­cio­na­rios). Los nú­me­ros ra­cio­na­les más los irra­cio­na­les son los nú­me­ros reales. Can­tor de­mos­tró que hay 2o reales; luego, re­pe­ti­mos el ra­zo­na­mien­to y la cuen­ta: si ha­bien­do ℵo ra­cio­na­les hu­bie­ra ℵo irra­cio­na­les, los reales no se­rían 2o, sino ℵo. Y más es­pe­cí­fi­ca­men­te, hay un sub­con­jun­to de ℵo irra­cio­na­les (los irra­cio­na­les al­ge­brai­cos, como √2) y otro de 2o (los irra­cio­na­les tras­cen­den­tes, como π), que su­ma­dos a los ℵo ra­cio­na­les dan 2o reales.
   

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