Las normas moral y política le envidian a la nominal su inmutabilidad, más propia de una ley natural: «todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre» (2:19).
— el Zambullista (@Zambullista) March 9, 2020
Inmutabilidad verbal (de nombres), social (de posiciones) y política (de fuerzas): statu quo invicto.
Lo más probable es que si en una sociedad hay inmutabilidad de posiciones y fuerzas, haya también inmutabilidad de signos (discursos, ropa, peinados…).
— el Zambullista (@Zambullista) June 17, 2020
En lo simbólico dejan sus huellas las mutaciones sociales y políticas: si son pocas, cambia poco; si son muchas, cambia mucho.
A la inversa, se usa lo simbólico para causar esas mutaciones. Por caso, militando un cambio en el sistema de géneros de una lengua por razones políticas –o sea, de correlación de fuerzas. (No veo ningún buen argumento lingüístico o gramatical a favor o en contra de ese cambio.)
— el Zambullista (@Zambullista) June 17, 2020
A esa militancia le caben las generales de la ley de toda voluntad. Pero a la realidad sobre la que quiere operar, también.
— el Zambullista (@Zambullista) June 17, 2020
En todo caso, es como el balance entre dos tirones gravitacionales que definen una órbita.https://t.co/R8AHMwHwPA
El feminismo es un cambio radical en una correlación de fuerzas que se mantuvo con muy pocos (y poco profundos) desde que se forjó en Edén, según un mito de origen.
— el Zambullista (@Zambullista) March 12, 2020
El cambio en los géneros quedará como huella dejada en el lenguaje por ese cambio político o morirá en el intento.
Y si muriera podríamos no llorarlo. Su muerte no implicaría ni reflejaría la del cambio político que aspiró a representar. Si una sociedad como la japonesa puede ser machista con una lengua sin género, otra puede no serlo con una lengua con 2 o más géneros. Si es, no es por eso.
— el Zambullista (@Zambullista) May 20, 2020
Hoy las fuerzas conservadoras y reformistas del sistema de géneros están en plena lucha (en la vida y en el ensayo).
— el Zambullista (@Zambullista) March 12, 2020
El crecimiento del cambio cultural hizo que se pasara de un comodín mudo a uno que hace ruido: de "tod@s" o "todxs" (gesto escrito) a "todes" (reclamo gramatical).
Estratégicamente, por ahora el reclamo de "todes" es ser aceptado como opción a "todos", “y que cada cual elija cuál usar”.
— el Zambullista (@Zambullista) March 15, 2020
Pero su objetivo es reemplazar a "todos" en el rol de plural mixto y dejarlo como plural masculino (según un proyecto), o erradicarlo del todo (según otro).
Un proyecto amplía los géneros: masculino, femenino, no binario (TODOS, TODAS, TODES).
— el Zambullista (@Zambullista) March 15, 2020
El otro quiere anularlos, obviar la diferencia, usar una única forma: TODES para todos.
—Adiós, M/F. Saludos a tu hije René.
~¿Pontoni?
—🤷♀️🤷
Los proyectos pujan entre sí y con un rival común.
Historias mínimas (Carlos Sorín, 2002)