Por definición, no podés extrañar lo que no recordás y lo que no te emociona. Ergo, extrañar es emocionarse evocando, desde un poco a demasiado.
— el Zambullista (@Zambullista) June 16, 2024
El evocar es un recordar voluntario. Te viene un recuerdo triste o feliz, pero evocando traés un recuerdo querido, aunque te duela extrañar.
— el Zambullista (@Zambullista) June 16, 2024
Extrañar es necesitar y desear un reencuentro con algo o alguien.
— el Zambullista (@Zambullista) June 20, 2024
Si sabés que se va a dar y no te gana la ansiedad, puede gustarte extrañar.
Si no sabés si se va a dar, extrañar te va a gustar o no según cuán probable te parezca que se dé (cuanto más, más puede gustarte extrañar).
— el Zambullista (@Zambullista) June 20, 2024
Si sabés que no se va a dar, no te va a gustar extrañar, que ahí es desear un imposible y sufrir por no lograrlo. Hablemos de este extrañar.
— el Zambullista (@Zambullista) June 20, 2024
Extrañar duele porque es desear el imposible de revocar YA una ausencia transitoria o, peor, una irrevocable. Insatisfacción garantizada.
— el Zambullista (@Zambullista) June 16, 2024
—Extraño a X; está de viaje, vuelve el lunes. Ojalá ya fuera lunes.
— el Zambullista (@Zambullista) June 29, 2024
La insatisfacción transitoria por una ausencia de esas puede ser dulce.
Amarga y sin esperanza es la insatisfacción por una ausencia irrevocable (o sea, una pérdida):
— el Zambullista (@Zambullista) June 29, 2024
—Deseo volver a ver (=extraño) a X, que murió.
Sabés que eso no es posible, pero lo deseás como si lo fuera. Hay un saber que no logra apagar un deseo. Ese incendio con lluvia es este extrañar.
— el Zambullista (@Zambullista) June 23, 2024
No hay comentarios
C o m e n t a r