Entusiasmos XVI



VIDRIERA EN PREPARACIÓN

Si ves esta advertencia, es que el ensayo aún está en construcción. Yo esperaría a que no esté este cartel.



1.

   En el centenario de la muerte de Kafka, el ensayo aniversario de los dulces 16 de Zambullidas, que lo tiene en su epígrafe, lo volverá a cruzar con los otros dos escritores del trío más frecuentado en este sitio: Jorge Luis Borges, cuya muerte es menos longeva (38 años), y Lewis Carroll, cuya muerte es más longeva (126 años).
   La longevidad de cada cual habrá cesado cuando ya no se conmemore un nuevo aniversario de su muerte, ni siquiera uno redondo: cuando hayan caído en el olvido. Hasta ahí habrá llegado la tentativa de eternidad en la memoria de una sociedad, de una cultura, de una civilización y/o de la humanidad, en vez –o además– de la eternidad en un paraíso o un infierno. Hasta ahí habrá llegado la trascendencia laica de su posteridad.
   La última vez que vi como tema esta equivalencia entre ser olvidado del todo y morir definitivamente fue en la película Coco (Lee Unkrich y Adrián Molina, 2017), con sus particularidades: los personajes son gente común y no aspiran a la posteridad de la fama, sino a quedarse ♪♫ “en la memoria de quienes me han querido” ♫♪, como canta Eduardo Falú.
   La primera vez que me topé con ese tema fue en otra de esas lecturas de adolescencia que me siguieron revistando con los años. Es una prosa breve de Borges que leí de su Nueva antología personal (1980) y que había sido publicada en El hacedor (1960). Se titula “El testigo” y le da una vuelta de tuerca a la relación muerte~olvido: hace foco en la muerte del último (o único) testigo de algo o alguien; copio el final:
«Hechos que pueblan el espacio y que tocan a su fin cuando alguien se muere pueden maravillarnos, pero una cosa, o un número infinito de cosas, muere en cada agonía, salvo que exista una memoria del universo, como han conjeturado los teósofos. En el tiempo hubo un día que apagó los últimos ojos que vieron a Cristo; la batalla de Junín y el amor de Helena murieron con la muerte de un hombre. ¿Qué morirá conmigo cuando yo muera, qué forma patética o deleznable perderá el mundo? ¿La voz de Macedonio Fernández, la imagen de un caballo colorado en el baldío de Serrano y de Charcas, una barra de azufre en el cajón de un escritorio de caoba?»
   Pasamos de sobrevivir en la memoria de quienes nos han querido a ser el último archivo de eventos, personas, animales u objetos de los que fuimos testigos: la batalla de Junín; la imagen de Cristo, la voz de Macedonio; un caballo en un baldío; una barra de azufre.

2.

   Entre las muertes de Carroll y Kafka, empezó un debate sobre el estatuto de los números y demás objetos matemáticos (debate del que participó Cantor): ¿existen y los hemos descubierto o (no existen hasta que) los “creamos”?; ¿son realidades independientes de nosotros o son ficciones útiles? ¿Hallazgo o invención?
   Sobre el sentido hay un debate muy parecido, como ya vimos en otros ensayos (en especial, uno que hoy cumple 7 años: “Entusiasmos IX (El hombre en busca o en obra del sentido)). Cito la afirmación más directa de Viktor Frankl en su libro: «yo no considero que nosotros inventemos el sentido de nuestra existencia, sino que lo descubrimos».
   El filósofo de La Colifata, Garcés, agrega que “entonces tampoco puede ser [creada/inventada/construida y] dada la salud mental”. Que la salud mental sólo pueda ser encontrada es congruente con que se haya perdido (“la locura yo creo que fundamentalmente es la pérdida de sentido común”, si se me perdona la reiteración de la cita).

3.

   El Óscar a la Mejor Película de 2022 lo ganó Todo en todas partes al mismo tiempo (Everything everywhere all at once), de Daniel Kwan y Daniel Scheinert. Imagino que parte de lo premiado fue su "mensaje" "positivo" en defensa del sentido de la vida, amenazado por un villano nuevo, que está de moda: el multiverso.
   Nuestro sentido tiene el tamaño del mundo que lo aloja.
   

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