Dos explicaciones (o teorías o interpretaciones) pueden ser diferentes pero igual de descriptivas, como dos cuentas pueden dar el mismo resultado. Pero eso es lo más lejos que pueden llegar empatadas: más tarde o más temprano el poder predictivo de una de las dos (o de una mezcla de ambas) prevalecerá.
Por ejemplo: el año pasado Ludmila cumplió 1 año y este cumple 2. Eso puede explicarse igualmente como la suma de una unidad por año o como (el primer paso de) su duplicación sucesiva, a la manera de los granos de trigo en la leyenda del ajedrez. Hasta acá, ambas cuentas dan 2. Pero cuando el año que viene Ludmila cumpla 3 y no 4 (y el otro 4 y no 8, y el otro 5 y no 16), la mayor potencia predictiva desempatará a favor del patrón de crecimiento 1+1+1+1..., y quedará desechado el patrón 1x2x2x2... (o sea, 20, 21, 22, 23,...).
Por supuesto, se lo podría (o debería) haber desechado antes, de entrada, por ser delirantes su aplicación al caso y la del caso como ejemplo. A riesgo de andar explicando chistes, perdamos un poco de tiempo hablando del delirio obviado.
X el delirante no termina de entender qué es cumplir años; es capaz de creer que el año que viene Ludmila podría cumplir tanto 3 como 4, según qué patrón de crecimiento logre confirmar sus predicciones. En su cabeza, que el próximo año cumpla 3 es visto como algo eventual y a verificar, no como un hecho marcado en el calendario; la idea es que hay que esperar, que puede no pasar, que puede cumplir 4, si efectivamente ella está siguiendo una progresión duplicante.
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